SANTO DOMINGO.- Con moretones visibles en su cuerpo y apoyado en una silla para poder caminar dentro de su hogar, el periodista Abel Guzmán es uno de los cientos de sobrevivientes del colapso del techo de la discoteca Jet Set, ocurrido la madrugada de aquel martes 8 de abril, mientras el fallecido Rubby Pérez amenizaba la noche.
Sin haber reservado con antelación una mesa para disfrutar del show en vivo, como muchos de los presentes, y siendo cambiado de la primera mesa que le asignaron, Guzmán desafió el destino por segunda vez para poder compartir con su amiga, la gobernadora de Monte Cristi, Nelsy Cruz.
El nombre de Nelsy Cruz forma parte de las 235 víctimas de aquel colapso que marcó un antes y un después en el territorio nacional y que arropó al país caribeño en un duelo colectivo.
Aquel lunes 7 de abril, Abel tenía varios compromisos laborales, por lo que después de terminar sus obligaciones se dirigió a la discoteca. Ya en el lugar, sin reservas, fue ubicado en una de las mesas que estaban disponibles: una mesa en el extremo derecho de la puerta de emergencia.
Sin embargo, después de sentarse, tuvo que pararse porque ese espacio estaba reservado para las personas del municipio de Haina, provincia San Cristóbal, tierra natal del merenguero. “Se enfocó mucho en cantar, se entregó a su gente de Haina que estaba en el frente”, explica Guzmán sobre el espectáculo que montó Rubby aquella noche.
Finalmente, Guzmán se sentó en el extremo izquierdo de la puerta de emergencia donde también podía disfrutar de las canciones de “la voz más alta del merengue” y al fin estar en el lugar que estaba su amiga Nelsy y los demás conocidos, entre ellos Eduardo Guarionex Estrella, hijo del ministro de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), Eduardo Estrella.
Cuando el reloj marcó las 12:44 de la mañana del martes 8 de abril, el techo y parte de la infraestructura superior del Jet Set se derrumbó; sin embargo, la muerte solo bailó de cerca con el periodista porque pudo reaccionar y cubrirse ciertas partes del cuerpo.
“Pude entonces rápidamente reaccionar. En sentido contrario; aunque un poco tarde, porque como quiera me alcanzaron los muros, pero sí logré cuidar la cabeza y quedar consciente”, contó mientras recordó uno de los ángeles que le ayudó a salir: un camarero.
Según explicó, el camarero se encontraba parado cerca de la puerta de emergencia, zona que quedó intacta tras el derrumbe. “Ayúdame a levantarme”, fueron las palabras que logró pronunciar Abel al joven mientras intentaba liberar su pie izquierdo atrapado bajo los escombros.
“Logré sacarlo (haciendo referencia a su pie izquierdo) porque ya era desesperante el momento. O sea, nadie quisiera estar ahí en una película de terror”, dijo con un yeso color negro en la pierna izquierda donde tenía fracturado el peroné.
El camarero lo haló del brazo derecho.
De aquel “baile con la muerte”, como lo describió Abel, salió con fracturas en cinco costillas, lesiones en el abdomen, líquido en los pulmones que lo obligó a ser nebulizado durante varios días y una pierna inmovilizada. Sin embargo, a pesar de los gritos de desesperación de las personas que unos minutos antes gritaban de alegría, pudo mantener la calma.
La segunda oportunidad de la vida
Salir vivo de la tragedia del Jet Set fue la segunda vez que la vida lo puso al borde de la muerte.
En septiembre de 2009, cuatro individuos, en un intento de quitarle sus pertenencias en su ciudad natal, San Francisco de Macorís, lo lanzaron en un despeñadero en la autopista Duarte entre Santiago y La Vega, pasadas las 11 de la noche.
16 años después, volvió a sobrevivir a una tragedia que cobró la vida de personas de distintos estratos sociales, incluyendo a su gran amiga Nelsy.
La última mirada
Nelsy y Abel se miraron a los ojos mientras sus cuerpos estaban en el piso frío y sin consuelo de la discoteca. Aquel cruce de miradas quedó grabado en su memoria.
El momento en que las miradas entre ambos estaban conectadas, Guzmán pudo ver en los ojos de su amiga “una especie de que nos atrapó la tragedia; en esta nos fuimos”.
“Sí que fue muy, muy doloroso y verla (…) Yo sí pensaba que ella iba a sobrevivir, pero me enteré en la clínica el otro día que me informaron que no había resistido, que había fallecido. Lamenté bastante igual lo de Eduardo Guarionex”, comentó al punto que agradecía no estar bajo los efectos del alcohol.
El crucifijo y el mensaje divino
En la mesa principal de la casa de Abel había un crucifijo que trajo de uno de sus viajes a Colombia, desde la Catedral de Sal. Elaborado en sal y esmeralda.
“Es bastante alegórica la Catedral de Sal porque ahí se convirtió, al salvar muchas vidas de algunos mineros, en una octava maravilla del mundo que dicen que es Colombia”, explicó al recordar que el crucifijo lo encontró abriendo una gaveta el Domingo de Resurrección.
Para el sobreviviente, el crucifijo justo el Domingo de Resurrección fue uno de los tantos mensajes divinos que ha recibido en esta tragedia que dejó al país en un luto nacional de 6 días y en una pena permanente en los corazones de cada persona que perdió un familiar.
“Los mensajes están y los planos existen. Creo que debe haber otro más que este terrenal; hay gente que tiene misiones. No te hablo de reencarnación y demás, ya son otras cosas, ya otros extremos, místicos”
Aunque el periodista Abel Guzmán pudo salir vivo por segunda vez, a pesar de caminar con dificultad y el dolor de haber perdido a sus amigos, instó a los familiares de las víctimas a “creer que Dios le tiene algún tipo de paz en otro plano”. Asimismo, invitó a “coger la vida diferente y verla menos apresurada, con menos odio y menos afán”.
SCHEREZADE RODRIGUEZ / LISTIN DIARIO