Abinader obligado a realizar un gobierno para la historia

POR DANILO CRUZ PICHARDO.- La Junta Central Electoral (JCE) ganó elogios de los delegados internacionales que acudieron al país a supervisar el proceso electoral presidencial y legislativo,  celebrado el pasado domingo 19, comprobando la diafanidad y transparencia del certamen. De igual manera, se destacó el carácter cívico exhibido por la población, que acudió a las urnas a cumplir con un derecho y respondiendo a un deber ciudadano. Con el certamen pasado la democracia dominicana se fortalece.

Y todo parece indicar que los tiempos de fallos históricos (1978), exclusión de dirigentes opositores del padrón electoral (1994) apagón (1996) y cerco militar del edificio sede de la JCE (2012 y 2016) son traumas electorales del pasado. La democracia de cualquier país del mundo   –tal y como lo hizo saber Séneca en uno de sus famosos pensamientos—  “descansa en el sufragio”, de manera que hay motivo suficiente para el optimismo en torno al futuro.

Es cierto que uno de los grandes ganadores del evento electoral es el presidente de la República, Luis Abinader, con su contundente triunfo, pero más que su victoria es preciso resaltar la humildad mostrada por el jefe de Estado antes, durante y después del certamen comicial. En un encuentro sostenido con los delegados internacionales, previo a las elecciones, el jefe de Estado los exhortó a investigar, supervisar y reportar lo que vean y comprueben y siempre en apego a la verdad, lo que constituye una muestra de confianza en sí mismo, en el sentido de que estaríamos en presencia de un acontecimiento matizado por la claridad.

Inclusive el mismo día 19 el jefe de Estado dominicano estuvo exhortando a la población a acudir a sufragar indistintamente de la preferencia política. Ese gesto de humildad continuó en horas de la noche al conocerse los resultados oficiales, emitidos por la JCE, que otorgaban el triunfo definitivo al partido gobernante, el cual no hizo celebraciones, porque a fin de cuentas no estaba ganando una entidad política, sino el pueblo dominicano. El suscrito no se ha enterado de festejos, por lo menos en el Gran Santo Domingo, con caravanas de autos con latas amarradas para ocasionar molestias a los opositores, como en efecto solía hacerse durante los 20 años de soberbia del PLD.

La población dominicana, con ese 57%, más o menos el número otorgado por las firmas encuestadoras de mayor prestigio, ha depositado toda su confianza en Luis Abinader para continuar dirigiendo el país hasta el año 2028. Ante esa actitud de los dominicanos, el primer mandatario está en la obligación de realizar un gobierno para la historia, naturalmente con el concurso de los demás poderes del Estado.

Prioridades

Desde la óptica nuestra, el presidente Abinader tiene que priorizar cuatro aspectos fundamentales. Estos son: Educación, salud, seguridad ciudadana y tránsito vehicular, pero ¿dónde buscar más recursos para dar solución a esos problemas? Es obvio que el Estado dominicano requerirá de  más dinero  para las transformaciones que demanda la sociedad, por lo que habría que estimular  un mayor flujo de turistas extranjeros hacia nuestro país, así como incrementar la producción industrial y agropecuaria, para satisfacer la demanda interna y aumentar las exportaciones.

Está demás decir que es necesario hacer una reforma fiscal y tributaria, para poner a pagar a los más poderosos y el Estado dominicano poder disponer de dinero para hacer inversiones de retorno, como en efecto son educación y salud. Hay que elevar los niveles de educación y salud de los dominicanos.

Asimismo, resolver el problema de la inseguridad ciudadana, enviando técnicos competentes al Ministerio de Interior y Policía, transformando la Policía Nacional, profesionalizando su personal,  dotándola de equipos y tecnologías, así como poniendo todos los servicios de inteligencia del Estado a disposición de esa institución.

El presidente Abinader tiene que poner énfasis, además, en el caos vehicular en el Gran Santo Domingo, en Santiago y otras grandes ciudades. El parque vehicular se ha multiplicado en el país y permanecen la mismas vías, salvo algunas obras que constituyen simples paliativos. Hay que construir nuevos puentes, túneles, elevados, pasos a desnivel, avenidas, carreteras,  extender la línea del Metro de Santo Domingo y llevar trenes a otras ciudades.

Además, a las direcciones de los órganos que tienen bajo su mando el problema del tránsito, el jefe de Estado tiene que designar a técnicos competentes, que sepan lo que hay que hacer para dar solución al problema. De igual manera, hay que acabar con el relajo del irrespeto que muestran  algunos ciudadanos hacia las autoridades o agentes de tránsito.

Regularmente observo videos en las redes sociales donde motoconchistas de los barrios agreden físicamente a autoridades que velan por el cumplimiento de las leyes de tránsito. ¿Por qué no se van a Estados Unidos a agredir a los policías, para que reciban su nochebuena y no necesariamente en el mes de diciembre?

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