El goteo dominicano a las Grandes Ligas comenzó en 1956 con Osvaldo Virgil y ocho años más tarde ya había un nativo campeón de la Serie Mundial; Julián Javier con los Cardenales de San Luis de 1964.
Alfred «Tito» Williams Horford clavó en el mapa de la NBA la bandera dominicana en 1988 y, casi cuatro décadas más tarde y una docena de duartianos con paso por la liga, su hijo mayor se vuelve a apuntar para que la tricolor aparezca colgada de su espalda cuando el comisionado Adam Silver entregue el trofeo Larry O´Brien.
Y es que si se buscara un apellido que sea sinónimo del béisbol dominicano el Alou encajaría a la perfección en baloncesto el Horford no sería segundo de ningún otro.
Al Horford y los Celtics arrancan esta noche (8:30 pm, CDN 37) la búsqueda de un título que puede coronar su carrera, que dejaría al emblemático equipo verde solo en el liderato de trofeos de la liga (18) y que barnizaría a estrellas emergentes del circuito como Jayson Tatum y Jalen Brown.
Como si necesitara enfriar las críticas que encuentra en un sector de los aficionados por su renuncia a representar el país desde 2012, Horford reiteró el miércoles que en la final se siente como un embajador del país.
«Hay muchos dominicanos que son fanáticos de los Celtics y al yo llegar a los Celtics, el dominicano siempre lo ha seguido. Es el equipo de Larry Bird, Kevin McHale… siento que la emoción será muy alta, hay mucha expectativa y yo contento de estar representando a los dominicanos y a todos los latinoamericanos», dijo el nacido en Puerto Plata hace 38 años.
El valor de la serie
Un análisis de Ben Rohrbach, redactor senior de Yahoo! Sports, se une al comentario en boca de muchos dominicanos sobre cómo un título en esta final puede disparar las opciones de que Horford termine en el Salón de la Fama.
La vuelta de la lista de lesionado de Kristaps Porzingis augura menos minutos para Horford, pero si el centro letón regresa en ritmo sería como la inyección de gasolina de alto octanaje para una maquinaria que requerirá funcionar a tope ante un rival de alto quilates.
«Es jugar el juego de nosotros. Kristaps tiene la habilidad de jugar adentro, afuera, de hacer muchas cosas en la cancha y será muy importante para nosotros», dijo Horford el miércoles en el encuentro con la prensa. «Para mí, que tengo la habilidad de hacer lo mismo, jugar adentro, afuera y siento que es algo diferente que nosotros vamos a enseñar, pero, más que nada, confío en mi equipo, en mi grupo, en lo que hemos venido haciendo todo el año».
Una misión titánica. De frente tienen a unos Dallas Mavericks encabezado por una pareja que ha logrado una sintonía que muchos ponían en duda y que su hoja demuestra que son capaces de derrumbar cualquier pronóstico.
El obstáculo para los Celtics se llama Luka Doncic, el líder de anotación de la liga (33.9) que bordea el triple-doble. El base esloveno tiene aura de mito. Apuntado para asumir el rostro de la liga, es un jugador capaz, por sí solo, de cargar un equipo y derrumbar hasta a gigantes.
Lo ha hecho con su selección nacional, que con un grupo de actores de repartos tumbó en los Juegos Olímpicos de Tokio a Argentina, España y Alemania. En esto playoffs ya dejó en el camino a Clippers, Thunder y Timberwolves y les sobran razones para apuntar su primer anillo, con apenas 25 años, pero ya con cinco visitas al All-Star en sus seis campañas y el premio al Novato del Año.
Doncic tiene como socio a un Kyrie Irving letal, que ha encontrado en Texas la estabilidad que le faltó en Brooklyn, el segundo proyecto donde no funcionó tras su paso gris por los Celtics con Horford. Quiere su segunda sortija y no dejar quedar mal a su compañero en esa primera, LeBron James, que lo acaba de bautizar como «el jugador más talentoso que la NBA ha visto».
NATHANAEL PEREZ NERO