POR WILLIANS DE JESUS SALVADOR.- Las alianzas electorales son normales en el sistema democrático, dos o más partidos políticos se unen temporalmente para competir en las elecciones. Tienen candidaturas comunes en diferentes niveles o en todos los niveles de elección.
La alianza es fundamental para la victoria ante un adversario o contrario poderoso, por ejemplo, en el campo militar se comprende como un acuerdo entre fuerzas militares para derrotar un adversario o contrario poderoso, y tienen las características que durante el tiempo que se mantienen, se ocultan las diferencias, se concilian las posiciones, y se lleva a cabo bajo el paradigma militar-político unificado.
Por estas razones, Michael Foucault, establece que la “política es la continuación de la guerra por otros medios.” La construcción de la mayoría electoral es la consecuencia de la estrategia de sumatoria, muchas veces disímiles, a tal punto que lideres y militantes deben taparse la nariz al establecer una alianza con fuerzas antagónicas.
En América hay 14 países que han adoptado el sistema de segunda vuelta electoral o balotaje, a saber: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Nicaragua, Perú, República Dominicana, Uruguay. La finalidad es que el candidato ganador tenga una mayor representatividad y legitimidad.
Las elecciones de la República Dominicana 2024 tiene los candidatos: Luis Rodofo Abinader Corona, quien es el actual presidente de la República y quiere ser reelecto, por el Partido Revolucionario Moderno (PRM), Leonel Antonio Fernández Reyna por la Fuerza del Pueblo (FP), Abel Atahualpa Martínez Durán por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y Miguel Octavio Vargas Maldonado por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD)
La frontera ideológica de los cuatro partidos mayoritarios es común, centro-izquierda y se mueven en el espectro liberal y socialdemócrata. Todos provienen de un tronco común, el Partido Revolucionario Dominicano, que a través de la historia ha sufrido divisiones, la última ha sido la que ha dado origen al Partido Revolucionario Moderno y por su parte en el año 2019 el Partido de la Liberación Dominicana, se dividió dando origen a la Fuerza del Pueblo, que lidera el tres veces presidente de la República Leonel Fernández Reyna.
La correlación de fuerza entre los partidos ser refleja en sus votos duros, el oficialista Partido Revolucionario Moderno y los partidos opositores, Partido de la Liberación Dominicana, Fuerza del Pueblo, Partido Revolucionarios Dominicano, han depositado cada uno su padrón en la JCE.
Está previsto que para las elecciones del 2024 concurrirán aproximadamente 8 millones de votantes en 17,004 colegios electorales en todo el país. Las elecciones serán las Municipales 18 de febrero 2024 y las presidenciales y congresuales 19 de mayo 2024.
La oposición está fraguando una Alianza electoral hacia las elecciones municipales y congresuales, además han establecido que el obtenga el primero o segundo lugar recibirá el apoyo de los otros candidatos en la segunda vuelta. Si hacemos la sumatoria por los padrones entregados a la Junta Central Electoral (JCE), por los partidos políticos que llevaran candidatos presidenciales, llama la atención que el PRM entregó su padrón electoral con tres millones noventa y dos mi doscientos ochenta y nueve (3,092,289) inscritos.
El Partido de la Liberación Dominicana (PLD), entregó a la JCE el padrón de miembros de ese partido en el que figuran 2,177,036 personas. La Fuerza del Pueblo en su padrón electoral figuran al momento 1,920,000 militantes y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) su padrón hasta la fecha 280 000 militantes, cuyo techo no pude establecerse por ser parte indisoluble con la memoria histórica de la democracia contemporánea.
La sumatoria de las principales fuerzas políticas suman 7,469,325 militantes inscritos y el padrón oficial tiene 8,073,589 votantes registrados, la diferencia es de 604,264 , por los que en un escenario ninguna fuerza política suma el 50% necesario para irse en primera vuelta, tomando como referencia los votos duros de cada partido, aunque no todos los partidos cuentan con militantes disciplinados.
En la actualidad el partido oficialista se esfuerza por crear una mayoría calificada a través de las alianzas con pequeños partidos políticos, donde muchas veces prima el clientelismo y oportunismo de estas micro agrupaciones políticas, el caso más vulgar sucedió cuando el presidente de un grupúsculo insignificante le dijo presidente: “Jura, usted darnos la oportunidad de nosotros ser parte del tren gubernamental desde ahora y también para después”, a la hora de proclamar al presidente Abinader, quien respondió: “Sí, lo juro”. Eso fue lo peor que el presidente dijo, juro, fue sin pensarlo su respuesta, el carácter debió imponerse y dejarle la mano levantada y sus dos tres votos de familia que representa.
Me pregunto ¿Ay, si hubiese sido a Balaguer, Bosch o Antonio Guzmán?
Hasta ahí no puede llegar el sentido de oportunidad y vulgarización en la que estamos llevando la democracia. El poder a cualquier precio, siempre debemos pensar en la memoria histórica, y seremos referentes para las futuras generaciones.
Tengo que retomar la vieja discusión sobre clientelismo, partidos políticos y los trapecistas del poder, dentro de la literatura política de mediado del siglo XX, encontramos los análisis de Down 1957, donde se analiza el vínculo programático del militante con ideología y el perverso y su voto de alquiler, que está por encima del bienestar de la patria. En tiempo más reciente se han analizado los lazos entre ciudadano y partidos políticos, que realizan el trueque de bienes y servicios versus la lealtad, todo esto bajo el lema ladino, que cada uno es dueño de su destino político.
Invito a los líderes políticos a la revisión de la sociología que ha estudiado las relaciones de intercambio como interacciones basadas en móviles morales y personales que originan compromisos y expectativas de reciprocidad. Revisar el texto clásico de Einsenstatd y Roniger (1984), que lo presenta desde la perspectiva comparada y el análisis de cómo el intercambio de bienes y recursos da lugar a promesas de confianza, reciprocidad, e incluso de afecto, adhesión que devienen de las relaciones clientelares.
Lógicamente, estamos viviendo una democracia sin fundamentos ideológicos, una democracia que cada vez pierde más calidad, salvo honrosas excepciones y las hay, donde para llegar a los cargos electivos no importa la preparación intelectual, el perfil ciudadano, la capacidad de aportes a la sociedad, los partidos no llevan candidatos a los cargos electivos para construir un mejor país. Esta es una responsabilidad compartida con la sociedad civil, que debe auspiciar la representación de los diferentes sectores, porque los políticos hacen los que los pueblos les permiten
Y sobre todo en un momento en que la patria necesita sus mejores hombres frente a las batallas que nos aguardan en la defensa de la soberanía nacional. “Me formé en tiempo en que la ideología y el sentimiento por forjar una mejor nación, eran los fundamentos del quehacer político partidista”.
Que dijo una vez el Profesor de historia, Máximo Avilés Blonda, cuando Lajara Burgos, fue la contrapartida electoral del Dr. Balaguer, en las elecciones del año 1974, ¡Viva la democracia!