Arranca el juicio por corrupción contra expresidente francés Nicolas Sarkozy

Nicolás Sarkozy compareció este lunes ante un tribunal en París, acusado de corrupción y tráfico de influencia, convirtiéndose en el primer expresidente de Francia en sentarse en el banquillo de los acusados.

El exmandatario, de 65 años, llegó al tribunal de París hacia las 13H20 (12H20 GMT), en medio de una nube de periodistas que lo esperaban en la entrada, pero no hizo ninguna declaración.

En la sala de audiencias, Sarkozy saludó a los abogados y a los fiscales, antes de sentarse junto a su amigo y abogado de siempre Thierry Herzog, que comparece junto a él, por los mismos cargos.

En cambio, el tercer acusado, el juez ahora jubilado Gilbert Azibert, no compareció por motivos de salud.

El abogado de este último presentó una solicitud de aplazamiento en nombre de su cliente de 73 años de edad. El tribunal debe conceder o denegar la solicitud antes de que el juicio pueda comenzar. El tribunal también puede ordenar un examen médico, que resultaría en una suspensión.

Sólo otro presidente francés, el mentor político de Sarkozy, Jacques Chirac, ha tenido que afrontar la justicia después de dejar el cargo, pero debido a su mala salud, Chirac nunca compareció ante la corte en un caso de trabajos falsos por el que fue condenado en 2011 a dos años de cárcel con suspensión de pena.

Sarkozy, presidente de 2007 a 2012 que niega los cargos de los que se le acusa, prometió que se mostrará «combativo» en este juicio. Para el exmandatario, que clama su inocencia, este caso es un «escándalo» que pasará a la historia.

De ser declarado culpable, Sarkozy, que se retiró de la política tras su derrota en la carrera al Elíseo en 2016, podría ser condenado a una pena de prisión de hasta 10 años y una multa máxima de un millón de euros (1,2 millones de dólares).

El caso conocido como el de las «escuchas» tiene su origen en otro caso que amenaza a Sarkozy, el de las sospechas de que recibió financiación del régimen libio de Muamar Gadafi durante la campaña presidencial de 2007 que le llevó al Elíseo.

Los jueces habían decidido pinchar el teléfono del expresidente y fue así que descubrieron que tenía una línea secreta, para hablar con su abogado, en la que utilizaba el seudónimo «Paul Bismuth».

Según los investigadores, algunas de las conversaciones que tenía allí revelaron la existencia de un pacto de corrupción. Junto a su abogado, Thierry Herzog, Sarkozy habría tratado de obtener información secreta de otro sumario a través del juez Gilber Azibert.

Azibert habría tratado también de influir sobre sus colegas a favor de Sarkozy. A cambio, éste habría prometido al magistrado ayudarlo a obtener un puesto muy codiciado en el Consejo de Estado de Mónaco. Un puesto que nunca obtuvo.

«Lo haré ascender»

«Ha estado trabajando en eso», le dice Herzog a Sarkozy en una llamada de principios de 2014.

Azibert ya era considerado como uno de los principales candidatos para el puesto en Mónaco, pero «si le das un empujón, siempre es mejor», dice Herzog en otra conversación.

«Lo haré ascender», le dice Sarkozy a Herzog, según la acusación. Pero unos días más tarde, Sarkozy le dice a su abogado que no hará esa «gestión» con las autoridades monegascas.

Una señal, según los fiscales, de que se los dos hombres se habían enterado de que la línea estaba pinchada.

«Todos estos son pequeños trozos de frases sacados de su contexto», dijo el abogado de Herzog, Paul-Albert Iweins, a la radio France Info el lunes, refiriéndose sólo a «conversaciones entre amigos de muy larga data».

Pero en octubre de 2017, la Fiscalía Nacional Financiera francesa comparó los métodos de Nicolas Sarkozy con los de «un criminal experimentado».

Los tres acusados niegan cualquier «pacto corrupto».

«Me explicaré ante el tribunal porque siempre he cumplido con mis obligaciones», reiteró recientemente en la cadena francesa BFMTV Sarkozy, y juró: «No soy un corrupto».

El delito de corrupción puede consistir en simples ofertas o promesas.

Sarkozy estima ser víctima de una instrumentalización política de la justicia en su contra.

La validación de las escuchas telefónicas en marzo de 2016 por el más alto tribunal judicial francés fue una gran derrota para el expresidente, que considera que la transcripción de las conversaciones entre un abogado y su cliente son ilegal.

Este tema se debatirá de nuevo en el juicio.

Otra demanda espera a Sarkozy en la primavera: el caso Bygmalion sobre sus gastos de campaña para las elecciones presidenciales de 2012, que perdió frenta al socialista François Hollande.

AFP

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