Así fue como las autoridades desarticularon una red de explotación sexual en Verón

Cuando uno de los imputados por presunto tráfico sexual fue interrogado, no escondió lo que se hacía en La Mansión. Él es Richard de la Cruz Camacho, quien tenía la misión de controlar a las chicas, evitar que se contaran chismes y repartirles la comida a partes iguales. 

¿Díganos si usted tiene conocimiento de cuánto Wellington les pagaba?

Esta es la historia de cómo las autoridades dominicanas desmantelaron una red de tráfico sexual de personas en Verón, provincia de AltagraciaDiario Libre tuvo acceso a los detalles del caso y a los interrogatorios. Antes de esos interrogatorios pasaron muchas cosas.

El chivatazo

Todo empezó con una información que recibieron las autoridades. La Procuraduría Especializada Contra el Tráfico Ilícito de Migrantes y Trata de Personas (PETT), recibió la siguiente información: 

«En la provincia La Altagracia, en la calle Kiev de Bávaro, en Verón, existe una casa abandonada identificada como La Mansión, donde opera la red criminal. Las víctimas son mujeres de distintas nacionalidades y edades. Entre ellas hay dominicanas, colombianas, venezolanas, haitianas y menores de edad«.

«Esta red de tráfico de personas es liderada por Wellington, quien se encarga de realizar el cobro por los servicios sexuales«. En la mayoría de los casos, estos clientes eran turistas que estaban de vacaciones por esa zona. «Los servicios se realizan en La Mansión y cobran un monto que oscila entre los 200 y los 30 dólares por cada servicio sexual brindado por las víctimas«, se establece en el documento. 

Los agentes encubiertos

Tras recibir el chivatazo, la policía empezó con las investigaciones. Para recolectar la información, la policía inició un plan de infiltración para ver cómo actuaba la organización criminal y reunir pruebas para la acusación.

Los agentes se movilizaron bajo seudónimos. Tres de ellos, el 23 de marzo de 2024, se trasladaron a Bávaro, concretamente en la calle Kiev, en el local La Mansión.

El reloj marcaba las 22:30 p.m. Algunos turistas rondaban las calles en busca de una cena o un lugar para bailar. Sin embargo, tan solo los agentes encubiertos W, S y M, intuían lo que ocurría en el interior de esa casa llamada La Mansión.

Cuando llegaron al lugar, vieron una casa construida en block, de un solo nivel, cercada con una pared alta y con alambre de trinchera. En la parte frontal estaba aconstruida con ladrillos. Un portón de hierro de color negro y plateado daba acceso al parqueo. 

Allí se encontraba el bar La Mansión, administrado por una supuesta red criminal dedicada a la trata de personas con fines sexuales.

Los agentes entraron en el establecimiento y pudieron observar aproximadamente 20 mujeres de diferentes edades y nacionalidades. Unas vestidas en ropa interior y otras con lencería. Algunas de ellas mostrando los senos. Las chicas, de pie, estaban colocadas una al lado de la otra para que los clientes las escogieran para mantener relaciones sexuales.

Los tres agentes contactaron con Massiel, una de las jóvenes que trabajaba en el lugar. Ella les explicó cómo funciona el negocio de servicios sexuales. Les contó que «para obtener un servicio se debía pagar en el área de la barra la suma de 300 dólares». Sin embargo, si el servicio se hacía fuera de La Mansión costaba 600 dólares. 

Esta joven, que para proteger su identidad se identificó como Massiel, también señaló que el propietario del lugar se llamaba Domingo Lorenzo Santana y que le decían Wellington. Además, añadió que un hombre apodado Obama hacía de bartender, pero que también conseguía clientes.

Los imputados y sus funciones en la red criminal

Más tarde, el 2 de abril, siendo las 11:30 p.m., la agente S consiguió contactar con otra de las trabajadoras del local. Marinelys Familia Ogando trabajaba como administradora en La Mansión. Ella explicó al agente que «las jóvenes no podían salir del establecimiento sin la autorización de Wellington, y que ella, como administradora, tenía que llamarlo para ver si permitía que una de las jóvenes pudiera salir. Pero esa salida costaría 600 dólares».

Las evidencias del agente infiltrado W

Al día siguiente (3 de abril), a las 8:20 p.m., el agente W se acercó a La Mansión. Cuando llegó, se le acercó Obama, el cual le indicó que se sentara en una de las mesas. Posteriormente le envió a una chica, de nombre Nicole. El agente W le hizo algunas preguntas y ella explicó que «debía pagar 300 dólares a Marinelys Familia, la administradora de la caja».

Luego, el agente W se dirigió a la caja y entregó los 300 dólares a la imputada Marinelys Familia Ogando, quien le dio dos preservativos. Acto seguido, el agente se dirigió hacia la parte trasera de la casa, donde hay alrededor de seis habitaciones que son gestionadas por «MAMA», una mujer de tez oscura. Esta mujer les dirigió a una habitación en específico. Dentro de la estancia, el agente infiltrado le hizo algunas preguntas a Nicole con el objetivo de recaudar datos para la investigación. Las sospechas de que allí había un negocio de trata de personas se hacían notables.

Sin embargo, la evidencia definitiva llegó el 27 de agosto. «Siendo aproximadamente las 12:40 pm., el agente bajo el seudónimo D se trasladó a la calle Kiev, a La Mansión, donde él mismo solicitó un servicio con la joven identificada como Estrella».

El agente D entró en el establecimiento con el dinero marcado y pagó 18,000 pesos de la siguiente forma: siete billetes de dos mil pesos y cuatro billetes de mil pesos, cada uno marcado con un código distinto.

Después de que D hiciera su trabajo, siendo las 1:40 a.m., se trasladaron al lugar dos magistrados fiscales en compañía de la Policía Nacional, comandada por el capitán Salvador Díaz Contreras. 

La calle Kiev se llenó de policías. Dejaron los carros delante de La Mansión e informaron a los imputados que tenían una orden de registro del lugar. Al penetrar en la vivienda, los agentes encontraron evidencias del negocio de tráfico sexualdocumentos, recibos, pagos de salidas, pagos de servicios sexuales VIP, dinero en efectivo (pesos y dólares), y otras evidencias.

En La Mansión, además, había varios clientes consumiendo los servicios. También encontraron 20 mujeres, de distintas nacionalidades y edades (algunas menores). Los agentes identificaron a las chicas que se encontraban allí, recogiendo sus edades, nacionalidades y cédulas.

M.J.L.: una de las víctimas

Una de ellas era M.J.L, que en el momento del allanamiento se encontraba durmiendo en su habitación. Con el ruido del registro se despertó y vio a todos los policías. Era bailarina y a veces mantenía relaciones sexuales con los clientes. Esto expresó durante el interrogatorio:

¿Cuánto le pagaban por los bailes?

¿Usted llegó a tener algún tipo de relación sexual con alguien?

En el momento del allanamiento fue apresada en flagrante delito la señora Reyna Julissa Solano, quien hacía de cajera y administradora de la caja. Los billetes marcados que el agente D entregó se encontraron en la caja registradora. De manera simultánea se realizó el allanamiento de la residencia de Domingo Lorenzo Santana (Wellington).

El testimonio de un taxista

La policía realizó interrogatorios a las personas que se encontraban por allí en el momento del allanamiento. Este era uno de los conductores que llevaba a clientes, muchos turistas, hacia La Mansión.

¿Cuál es tu nombre y a qué te dedicas?

¿Qué fue lo que pasó?

Otro de los taxistas interrogados dio más detalles a los agentes acerca de las actividades que se hacen en el interior. Él es J.C.

¿Qué fue lo que pasó?

¿A qué se dedican en La Mansión?

El testimonio de uno de los imputados

Richard de la Cruz Camacho también fue interrogado por la policía. Llevaba unos meses trabajando en el local y se encargaba de supervisar a las chicas para que comieran, no robaran y cumplieran con lo que les pedían. Esto declaró ante las autoridades.

¿Cuál es tu nombre y a qué te dedicas?

¿A qué usted se dedica en La Mansión?

MIGUEL CAIRETA SERRA / DIARIO LIBRE

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