En medio de la creciente volatilidad económica mundial, los países de América Latina y el Caribe deben adaptar sus estrategias económicas para afrontar la creciente incertidumbre, de acuerdo con un anticipo del Reporte Económico de América Latina y el Caribe (LACER, en inglés), del Banco Mundial.
El informe pronostica un crecimiento del 2.1% en 2025 y del 2.4 % en 2026, lo que la convierte en la región de menor crecimiento a nivel global. La baja inversión, el endeudamiento elevado y un entorno externo cambiante constituyen importantes obstáculos para el desarrollo de la región.
“El panorama económico mundial ha cambiado drásticamente, marcado por mayores niveles de incertidumbre”, afirmó Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente para América Latina y el Caribe del Banco Mundial. “Los países deben recalibrar sus estrategias e impulsar reformas audaces y prácticas que impulsen la productividad y la competitividad, a la vez que abordan las brechas persistentes en infraestructura, educación, comercio y gobernanza para garantizar la creación de empleo y mejores oportunidades para las empresas y los ciudadanos”.
Panorama regional
A pesar de ciertos avances en el control de la inflación, los déficits fiscales siguen siendo preocupantes, y se prevé que la proporción de deuda sobre PIB alcance el 63,3 por ciento en 2024, frente al 59,4 por ciento de 2019.
La rápida evolución del entorno económico mundial añade presión, ya que la inflación persistente en las economías avanzadas podría retrasar los recortes de las tasas de interés y limitar las opciones en materia de política monetaria. La preocupación por las restricciones comerciales globales genera incertidumbre en torno a la relocalización de empresas (nearshoring) y el acceso a los mercados, lo que contribuye a un entorno económico y empresarial más cauteloso. La desaceleración del crecimiento en China y los recortes en la ayuda exterior para el desarrollo también contribuyen a este panorama.
“El acceso a la tecnología y el aprovechamiento de las economías de escala determinan que el comercio y la inversión extranjera directa (IED) sigan siendo esenciales para acelerar el crecimiento en América Latina y el Caribe, incluso en tiempos de incertidumbre. Diversificar los destinos comerciales, expandir las exportaciones de servicios y explorar nichos potenciales de nearshoring ofrecen buenas oportunidades, pero requerirán aumentar tanto la productividad como la agilidad. Esto, a su vez, requiere avanzar en reformas largamente esperadas en el ámbito internacional, en el entorno empresarial, el capital humano y la innovación”, afirmó William Maloney, Economista Jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial.