POR DANILO CRUZ PICHARDO.- El objeto de todo líder político es alcanzar el poder para desarrollar sus ideas mediante un programa de gobierno. En ese proyecto se establecen los problemas –previa investigación— y se formulan las propuestas de solución económicas, sociales y culturales.
Así lo hizo Bosch en la campaña electoral que se llevó a cabo antes de los comicios presidenciales del 20 de diciembre de 1962. Inclusive diseñó una estrategia inteligente, mediante el lema del “borrón y cuenta nueva” y supo atraerse a los partidarios del extinto Rafael Trujillo Molina. Hasta Joaquín Balaguer, desde el exilio, mandó a votar por el entonces candidato del PRD.
Llegó al poder, reformó la Constitución y mostró buenas intenciones para el país. Sin embargo, mandó a convertir a todos los locales del PRD, en la geografía nacional, en escuelas públicas, una especie de expresar que las motivaciones políticas terminaron, lo que le trajo problemas en esa organización.
Peor aún: no realizó un solo cambio en los institutos armados, dejando activos a todos los generales trujillistas, los cuales tempranamente empezaron a conspirar y lo derrocaron faltando dos días para completar siete meses de gobierno constitucional. Fue enviado al exilio. Hay que reconocer que no robó ni mató.
Errático
Después del golpe de Estado Bosch se convirtió en un líder errático, que contribuyó, directa o indirectamente, para que la franja democrática de la República Dominicana se mantenga fuera del poder. Regresó al país después de la Revolución de Abril, faltando poco tiempo para el certamen comicial de junio de 1966, en el que participó nuevamente como candidato del PRD, pero limitando su campaña a charlas radiofónicas, no recorrió el país.
Se sabe que no había un clima político adecuado, porque el país estaba ocupado por tropas norteamericanas, que apoyaban abiertamente a Joaquín Balaguer. Lo más aconsejable hubiera sido que Bosch no participe yopte por denunciar ante el mundo la situación de la República Dominicana.
Inmediatamente pasan las elecciones e inicia el terror político balaguerista, Bosch se marcha hacia Benidorm, España, donde se dedica a escribir, lo que demuestra su carácter irresponsable y ser hombre que no se expone a riesgos. Quien se la jugó fue el doctor José Francisco Peña Gómez.
El expresidente regresa al país faltando dos meses para el torneo comicial de 1970. Y vino a separar al PRD de las fuerzas de izquierda, a tal punto que algunos dirigentes del partido blanco fueron expulsados bajo la acusación de comunistas, una forma de decirle a Joaquín Balaguer: “Mire nosotros somos tranquilos, conmigo no habría problema”.
Disparate
Y procedió de inmediato a la autorización de la abstención electoral del PRD, un acto de incoherencia política si partimos de que un año antes había escrito la tesis “Dictadura con Respaldo Popular”, desde París, Francia, la cual fue desestimada por sus propios compañeros de partido, por ser un verdadero disparate. ¿Cuándo una dictadura ha contado con apoyo popular?
Algo más: ¿Qué estrategia había diseñado Bosch para alcanzar el poder e implantar una dictadura? ¿Un golpe de Estado? ¿Una guerra civil o una guerra de guerrilla? Nada. Cuando un político descarta la vía electoral, por la razón que fuere, tiene que apelar a otra alternativa, pero este caballero ni lavaba ni prestaba la batea.
Cuando los perredeístas empezaron a descubrir lo errático de este señor y observar en Peña Gómez ser un estratega, al plantear la necesidad de unificar a toda la oposición contra Balaguer, el liderazgo del prestigioso cuentista se redujo enormemente, hasta que se marchó del PRD en noviembre de 1973.
El PRD, bajo la dirección de Peña Gómez y el estímulo de un liderazgo colegiado, empezó a mostrar señales de procurar el poder de verdad. Y se hizo el intento en 1974 con el poderoso Acuerdo de Santiago. El abstenerse electoralmente fue correcto, para evitar un baño de sangre, como en efecto tenía en agenda Joaquín Balaguer, pero la experiencia fue positiva con miras al 1978, porque se inscribió al partido blanco en la Internacional Socialista y se crearon relaciones con gobiernos y líderes de todo el mundo, una forma de blindar un eventual triunfo electoral para 1978. Y en efecto así ocurrió.
La solidaridad intercontinental no se hizo esperar y el gobierno de terror fue desalojado, pese a que Bosch recorría los barrios diciendo que era “un imposible sacar a Balaguer del poder”.
Con los intentos fallidos de desconocer la voluntad popular en 1978, a Bosch le surge la idea de plantear un “gobierno cívico militar”. ¡Por fin se le ocurrió una estrategia, pero qué estrategia! Sin embargo, en los gobiernos del PRD, 1978-1986, el líder del PLD, consciente de que ya había libertad de expresión, sin exponerse a riesgos, se convirtió en opositor acérrimo.
Con la división del PRD para la contienda de 1990, empero, se le presenta la oportunidad de oro al intelectual y político para ganar ese evento electoral. Tanto Peña Gómez como Jacobo Majluta, que en el fondo sentían un viejo respeto por su antiguo profesor, le plantearon apoyarlo incondicionalmente, apoyo que el candidato del PLD declinó.
Peña y Jacobo decidieron entonces acudir individualmente al certamen, uno por el PRD y el otro por el PRI. Peña obtuvo un 23% y Jacobo un 7%. Es decir, 30 puntos en conjunto, que sumado al 34% que alcanzó el profesor Juan Bosch totalizaban64%, por lo que Balaguer, que apenas sacó un 35%, por más fraudes que invente, no tenía la menor posibilidad de derrotar al candidato peledeísta.
Juan Bosch se negó a aceptar los apoyos de Peña Gómez y Jacobo Majluta, alegando razones éticas, pero sí supo recibir el respaldo de Joaquín Balaguer para la segunda ronda de los comicios de 1996, un respaldo que ni siquiera fue para él, sino para el doctor Leonel Fernández.
Con los datos expuestos se desprende que solo en 1962 Juan Bosch supo buscar el poder de verdad, aunque no hizo el menor esfuerzo por mantenerse por el período para el que fue electo. Después de su derrocamiento nunca más llevó al PRD al poder, pero tampoco al PLD. El PLD llegó al poder, en 1996, bajo la estrategia de otros dirigentes. Ya Bosch, inclusive, estaba afectado por un serio deterioro cognitivo.