La dictadura de Brasil intervino junto a Estados Unidos para derrocar al gobierno de Salvador Allende en Chile, según documentos de inteligencia desclasificados que fueron publicados ayer por el centro National Security Archive, con sede en Washington.
Varios documentos de inteligencia de Estados Unidos, Chile y Brasil señalan el rol del régimen brasileño para socavar la democracia y apoyar el golpe de Estado perpetrado por Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973 en Chile.
Uno de los documentos destacados es el memorándum de una reunión en diciembre de 1971 entre el entonces presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, y el líder por entonces de la dictadura brasileña, el general Emílio Garrastazu Médici, en la Casa Blanca, donde hablaron sobre los esfuerzos para derrocar a Allende, que llegó al poder tras las elecciones de septiembre de 1970.
Médici le dijo a Nixon que Allende iba a ser depuesto «por la misma razón que (el presidente Joao) Goulart había sido derrocado en Brasil».
Goulart fue derrocado por un golpe militar en 1964 -del cual se cumplen 57 años este miércoles- que instauró una dictadura que duró hasta 1985.
Durante este periodo hubo al menos 434 muertos y desaparecidos en Brasil, según un informe de 2014 de la Comisión Nacional de la Verdad (CNV, un organismo oficial) que sin embargo, no incluye a centenares de víctimas de milicias contratadas para reprimir conflictos agrarios ni las matanzas de indígenas.
Otro documento de inteligencia de la CIA citado por el National Security Archive sobre una reunión entre altos oficiales brasileños señala que uno de ellos creía que «Estados Unidos obviamente quiere que Brasil ‘haga el trabajo sucio’ en Sudamérica».
El centro también citó el trabajo del investigador brasileño Roberto Simon, que en su libro «Brasil contra la democracia: dictadura, golpe en Chile y la Guerra Fría en Sudamérica» indagó sobre el tema.
Según Simon, «Brasil dio un apoyo directo y un modelo para la dictadura de Pinochet» y la imagen del régimen militar de Brasilia como una «‘marioneta de Washington’ es un mito y relega a Brasil a un mero rol subsidiario en la región».
Para Simon, «la dictadura brasileña tenía sus propias motivaciones, estratégicas, ideológicas, económicas y de otro tipo, para intervenir en Chile».
– Un rompecabezas histórico incompleto –
Este investigador destacó que los militares brasileños establecieron canales de comunicación con los oficiales chilenos opuestos a Allende y que agentes enviados por Brasilia tenían vínculos con el grupo paramilitar de extrema derecha chileno Patria y Libertad.
También señaló que Brasil obtuvo información de inteligencia sobre los primeros atisbos de que se planeaba un golpe y que en los días posteriores al 11 de septiembre de 1973 el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil ayudó a la junta militar chilena en sus esfuerzos para presentar la insurrección desde un prisma más positivo.
Además indicó que Brasil envió a agentes de inteligencia a Santiago para participar en los interrogatorios de prisioneros en el Estadio Nacional, que fue convertido en un campo de detención masivo, donde se registraron torturas y ejecuciones.
En los 17 años que duró la dictadura chilena hubo más de 3.000 muertos y desaparecidos y 38.000 personas fueron torturadas, según cifras oficiales.
Para el historiador estadounidense Peter Kornbluh, «estos documentos muestran que Brasil fue un actor intervencionista independiente en el Cono Sur» y que la dictadura militar de Brasilia intentó proteger su futuro eliminando el modelo de una vía pacífica al socialismo que proponía Allende para ayudar a instalar en su lugar un «régimen militar» represivo que fuera su aliado.
«Lo que es importante de esta nueva información es que le agrega importantes piezas históricas al rompecabezas de actores externos en la tragedia chilena», indicó a la AFP Kornbluh, que dirige el proyecto de documentación sobre Chile del National Security Archive y es autor del libro «Pinochet: los archivos secretos».
El experto estadounidense señaló que mientras que la CIA se ha visto obligada a desclasificar documentos, los militares y los servicios de inteligencia brasileños no.
«Todavía hay mucho que sigue siendo secreto y no vamos a poder tener un rompecabezas histórico completo hasta que los archivos militares y de inteligencia sean accesibles al pueblo brasileño y la comunidad mundial», concluyó Kornbluh.
AFP