Con fusiles, cascos y chalecos antibalas, unos 4.000 militares y policías cercaron este miércoles parte de las ciudades salvadoreñas de Apopa y Soyapango para capturar a miembros de las pandillas, según lo ordenó el presidente Nayib Bukele, que mantiene una «guerra» contra esas bandas.
«Desde esta madrugada, 3.500 soldados y 500 policías han establecido 3 cercos de seguridad en Popotlán y Valle Verde, en Apopa; y La Campanera, en Soyapango», aseguró el mandatario en la red social X, antes Twitter.
Apopa, ciudad de 131.000 habitantes ubicada 13 km al norte de San Salvador, ha tenido fuerte presencia de la Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18, al igual que La Campanera, populosa comunidad de Soyapango, en la periferia noreste de la capital, adonde en diciembre ya se desplegó un cerco militar, ahora reforzado.
Soldados vigilan los puntos de acceso a los barrios para evitar fugas, mientras policías van de casa en casa, piden documentos de identidad, y hasta contratos de viviendas o escrituras de propiedad pues muchos pandilleros usurpan las casas.
Habitantes de la zona siguieron sus labores cotidianas, mientras soldados y policías patrullaban. Militares se apostaron incluso en un pequeña iglesia en Valle Verde, y en la entrada a Popotlán la policía estableció un retén de control de vehículos, constató un periodista de AFP.
En los barrios todos saben quiénes son los pandilleros, normalmente identificados con tatuajes y algunos ya fichados por la policía.
La MS-13 y la Barrio 18 operan en esas zonas con sus dos facciones: Sureños y Revolucionarios.
Bukele aseguró que la operación -ya realizada en los últimos dos meses en otras ciudades- forma parte de la fase «Extracción» del Plan Control Territorial, que se ejecuta desde 2019 con el fin de poner tras las rejas a los miembros de esas violentas pandillas.
Evitar reagrupamiento
El ministro de la Defensa, René Francis Merino, dijo que el cerco militar «responde a un llamado de la población que indica que hay algunos pandilleros tratando de reorganizarse» en la zona.
«No vamos a detenernos hasta capturar al último terrorista (pandillero) que quede. No permitiremos que pequeños remanentes se reagrupen y nos quiten la paz que tanto nos ha costado», subrayó Bukele.
En respuesta a una escalada de la violencia atribuida a las pandillas que dejó 87 muertos en un fin de semana, Bukele declaró en marzo de 2022 una «guerra» contra esas bandas, amparado en un régimen de excepción, cuestionado por varias organismos de derechos humanos.
La nueva ofensiva contra las pandillas se produce este miércoles, cuando la Asamblea Legislativa (Congreso) debe aprobar una nueva prórroga del régimen de excepción.
En 18 meses, la medida, que permite detenciones sin orden judicial, suma poco más de 73.000 presuntos pandilleros detenidos. Más de 7.000 inocentes han sido liberados.
Para encerrar a los pandilleros, Bukele inauguró en febrero una megacárcel de máxima seguridad, considerada la más grande de América, con capacidad para 40.000 personas, en Tecoluca, en el centro del país.
Ante los operativos, muchos miembros de esas bandas han huido clandestinamente a Honduras, Guatemala, México, e incluso han emigrado a Estados Unidos.
«Caballo de batalla»
Nacidas en calles de los Ángeles, Estados Unidos, las pandillas Mara Salvatrucha y Barrio 18 subsisten de la venta de droga, del sicariato y las extorsiones.
«El fenómeno de las pandillas en El Salvador es un fenómeno complejo porque está contaminado por el tema político», declaró AFP el investigador y profesor universitario, Carlos Carcach.
El nuevo operativo, según Carcach, busca «mantener la atención de la población (…) por si hay alguna duda de que ellos (el gobierno) tienen control de la situación».
Carcach recordó que se avecinan las elecciones presidenciales del próximo 4 de febrero y Bukele deberá anunciar oficialmente su candidatura a la reelección.
«El caballo de batalla de su campaña (de Bukele) va a ser la seguridad», subrayó.
Nueve de cada 10 salvadoreños, según las encuestas, respaldan la ofensiva que Bukele mantiene contra las pandillas.
AFP