Chile se convirtió en el segundo país del mundo, después de Israel, en empezar a aplicar la cuarta dosis de la vacuna contra la covid-19, en momentos en que la variante ómicron y la alta movilidad de las fiestas navideñas han disparado los contagios.
Los primeros que están recibiendo la segunda dosis de refuerzo son las personas inmunodeprimidas, aunque desde el 7 de febrero la vacunación se extenderá a los mayores de 55 años que hayan cumplido seis meses desde su anterior inyección. “Las vacunas, con el paso del tiempo, van perdiendo eficacia, se va disminuyendo la protección que generan y las nuevas variantes también les hacen perder fuerza. Y por eso es muy importante estar preparados, anticiparse”, dijo el presidente chileno, Sebastián Piñera.
El mandatario conservador, quien dejará el poder el próximo 11 de marzo, aseguró que la cuarta vacuna “aumenta en 20 veces la protección que tiene una persona respecto a otra que no tiene su vacunación completa”.
La pandemia, que tuvo su pico más grave entre marzo y junio pasados y obligó a confinar una vez más al 90 % de la población, llevaba varios meses bajo control, pero las fiestas navideñas y la llegada de la variante ómicron han complicado un poco la situación.
Chile, donde desde el inicio de la pandemia se han registrado 1.8 millones de infecciones y más de 39,200 muertos, superó el pasado sábado por primera vez en siete meses la barrera de los 4,000 nuevos casos diarios, mientras que la tasa nacional de positividad escaló hasta el 5.3 %, tras meses por debajo del 3 %.
Piñera señaló que “es probable” que en unos días los nuevos contagios diarios superen los 10,000, una marca que ni siquiera se alcanzó en los peores momentos de la pandemia. “Lo más importante es que esos contagios van a ser más leves y, por tanto, el número de personas que requieran hospitalización probablemente también va a aumentar, pero mucho menos”.
EFE