Christiane Benner se convertirá en la primera mujer en dirigir el mayor sindicato de Alemania cuando asuma la próxima semana el mando de IG Metall.
Pero ese hecho histórico se da en momentos que el otrora poderoso sector industrial enfrenta una serie de crisis.
Los crecientes costos de la energía debido a la invasión rusa de Ucrania, la inflación y la débil demanda de China han provocado un declive manufacturero que despertó temores sobre el futuro de Alemania como potencia industrial y líder de exportaciones.
El nombramiento de Benner debe ser confirmado el lunes en un congreso de IG Metall.
Al prepararse para representar a los más de dos millones de miembros de IG Metall en sectores como el automotriz, maquinaria de herramientas e industria eléctrica, Benner tiene claras sus prioridades.
«Lo más importante es mantener a la industria en Alemania y en Europa», declaró a AFP en una entrevista en su despacho de Fráncfort.
Consultada por qué tomó tanto tiempo que IG Metall, fundado en 1949, nombrara a una mujer como jefa, Benner se rió.
«¡Pregúntale a los hombres!», dijo la mujer de 55 años.
Benner se unió a IG Metall en su juventud, tras comenzar a trabajar como secretaria en una firma de ingeniería mecánica.
Después de estudiar sociología, subió en las filas del sindicato y en 2015 se convirtió en su vicepresidenta.
Un 80% de los miembros del sindicato son hombres.
Temida desindustrialización
Una temporada de estudio y trabajo en los años 1990 en Estados Unidos le abrió los ojos sobre la «debilidad» de los sindicatos de ese país, recordó Benner.
Era un notable contraste con Alemania, donde el modelo de codecisión da a los representantes sindicales un papel importante en las medidas laborales.
Benner está consciente de la influencia de IG Metall como el sindicato más poderoso de Alemania y el más grande de Europa.
IG Metall usó ese poder el año pasado para obtener un aumento laboral de 8,5% en dos años para ayudar a compensar la inflación, un acuerdo que cubre a 4 millones de trabajadores de varios sectores.
Pero la organización enfrenta desafíos ante la perspectiva de una recesión que pone en duda el alardeado modelo económico alemán.
Las empresas alemanas sopesan trasladar su producción a sitios más baratos, un problema agravado por el atractivo de los subsidios verdes estadounidenses de la Ley de Reducción de Inflación, según Benner.
«Estamos viendo un creciente desmantelamiento de la industria y los empleos», advirtió.
Para evitar la temida «desindustrialización» de la mayor economía europea, Benner apoya otorgar descuentos en la tarifa eléctrica a las empresas industriales.
Esa propuesta de subsidio ha desatado un intenso debate en la coalición gobernate de Alemania los últimos meses.
Pero el canciller Olaf Scholz, de los Social Demócratas al igual que Benner, no ha respaldado la propuesto por temor a que atrase la transición hacia las energías renovables.
Más capacitación
Adicionalmente, existen problemas estructurales como la escasez de trabajadores calificados en un país que envejece, y atrasos en la digitalización.
Más de 2,6 millones de adultos jóvenes en Alemania no tienen calificación vocacional pese a la creciente demanda de trabajadores altamente capacitados en momentos que las nuevas tecnologías transforman a las empresas.
IG Metall ha buscado aumentar el número de interinazgos y hacer más atractiva la capitación en el trabajo, dijo Benner.
También defiende un mejor balance entre trabajo y vida mediante jornadas laborales de cuatro días para quienes lo desean.
Asimismo quiere reducir la brecha salarial de género en un país donde los hombres aún ganan 7% más que las mujeres por el mismo trabajo.
Pero antes, en su agenda están las negociaciones de noviembre con el sector siderúrgico.
Benner presionará por un incremento de 8,5% para el sector y una reducción en la jornada de trabajo de 35 a 32 horas por semana sin rebaja salarial.
AFP