En barrios y campos de la provincia Santiago y otras del Cibao, los velatorios se convierten en fiestas patronales y más cuando al difunto o difunta hay que velarlo de un día para otro.
Mientras pocos se concentran y rezan en la cercanía del ataúd que contienen sus restos, muchos ingieren bebidas alcohólicas, otros juegan dominó, bingo, baraja y otros juegos de azar.
Pero tampoco faltan los chistes, cuentos picantes, historias y también hay personas que se jactan en proclamar que el o la fenecida habló con ellas antes de fallecer.
Incluso hay otras que alegan que la persona le dio, en un sueño, el premio mayor, motivando a algunos presentes en el velatorio a jugar ese número. Y antes de hacerlo público lo que supuestamente le dijo el que murió, mientras dormían, “hay que darle sus boronas”, es decir, pagarle algo.
Pero igual, los deudos, antes de sepultar a su pariente, les brindan a los visitantes pan, quesos y jugos. Mientras que en la velas, es decir, en el novenario, aún sin tener muchos recursos económicos, matan puercos, becerros, solo para complacer a mucha gente que van a los velorios y novenarios para su provecho personal.
Esto lo confirma el sociólogo Jorge Paulino, quien afirma es una tradición que se da en muchos campos de Santiago y otras partes del Norte.
Pero como hay muchas loterías, algunas veces aciertan, pero otras veces simplemente “se pelan”, dice Paulino, estudioso de estos tipos de eventos tristes para los parientes.
“Lamentablemente son tradiciones que no se han perdido en muchos campos y barrios de provincias del Cibao”, anota.
Contraste
Paulino pondera que en la ciudad llevan al o la difunta a una funeraria, el establecimiento tras previos acuerdos coloca un jarrón de café con mini vasos para que las personas allegadas que lo deseen se sirvan.
“No hay más nada, si la familia es católica le hacen algunas misas en la iglesia más cercana, pero si son de otras religiones, entierran al difunto(a), con sus honores, en el novenario, le hacen un culto religioso y ya”, observó.
“Total un cadáver, es una materia inerte, ni siente ni padece”, comentó.
Juana Ponce, que pertenece a la iglesia evangélica pentecostal Cristo es el Salvador, de Cienfuegos, de Santiago, refirió que son tradiciones que hay que ir desmontando, porque los velatorios en los campos salen muy caros y que a eso se añade gente que llegan borracha, a jugar y divertirse.
“En medio del dolor lo aceptamos, pero eso tiene que acabarse”, se quejó.
Para complacer
Subrayó que tras la muerte de su padre sugirió que el novenario se celebrara con un culto, pero que sus hermanos y hermanas se opusieron.-
“Se mató un becerro solo para mantener el ego y complacer a muchas personas, para darle mucha comida a personas borrachas, jugadoras y sin principios, usaron nuestro dolor para divertirse”, lamentó.
Aclaró que a pesar de sus diferencias no le importaría que un sacerdote oficiara una misa, pero que si le molesta, que los velatorios los usen personas para divertirse, como si fueran fiestas patronales.
“Creo que el dolor de los deudos se respeta, eso es lo que pienso”, añadió.
SEPA MÁS
Respeto.
“Creo que el dolor de los deudos se respeta, eso es lo que pienso”, consideró Juana Ponce sobre las actividades tan ajenas a las honras fúnebres. 4 de Agosto Hay campos de la región Norte donde en los velatorios más que expresar tristeza por la muerte de una persona, se alegran en ciertos modos, a sabiendas de que el evento patronal comenzó.
RICARDO SANTANA