SAN FRANCISCO DE MACORIS.- Tras tres meses “sin poder dar un golpe” luego de la cuarentena decretada por el Gobierno para evitar la propagación de la pandemia del covid-19, Juan Aramis Núñez Santiago se declara “en la ruina”. Desde hace dos años trabaja como taxista, oficio que le permitió dejar su antiguo trabajo como delivery en un colmado.
Como taxista reunía, antes de la cuarentena, entre RD$1,000 y RD$1,500 diarios, pero tuvo que abandonar las calles para preservar la vida y la salud suya y de su familia.
“Si yo no me cuido, nadie me va a cuidar”, enfatiza Núñez Santiago. Explica que la baja demanda del su servicio y el peligro de contraer la enfermedad por la afluencia de personas en las calles tras la reapertura de los comercios son las razones por las cuales se mantiene en casa, consumiendo lo que le queda de sus ahorros.
Aunque República Dominicana lleva 16 días implementando un plan de reapertura económica con la que pretende estimular a los sectores productivos paralizados tras la declaratoria del estado de emergencia, las autoridades motivan a la ciudadanía a observar una serie de protocolos de protección y mantener el aislamiento físico. En este contexto social, la oferta de taxis en San Francisco de Macorís sobrepasa la demanda.
Como conductor de Uber, Manuel García explica el por qué este ramo del sector transporte se mantiene “por el suelo”. “Los mayores servicios (de transportes en taxis) recaen sobre las universidades, los colegios, el Palacio de Justicia, el cine y, principalmente, restaurantes, bares y discotecas, y todos están cerrados”.
Todo tipo de actividad o reunión que implique aglomeración de personas, como las descritas por García, tendrán que esperar hasta el 24 de agosto para reanudarse, de resultar exitoso el plan de desescalada, lo que amenaza los ingresos de los conductores que dependen de la demanda de sus servicios para salir a flote.
Aunque el ministro de Salud Pública, Rafael Sánchez Cárdenas, considera que la situación del Covid-19 se ha podido controlar basado en el descenso de la tasa de mortalidad, la incertidumbre ante el riesgo de contagio persiste en el país, que ha contabilizado 18,708 contagios y 525 muertes desde la detección del coronavirus en el país el primero de marzo.
El miedo de infección es aún mayor en los francomacorisanos, quienes residen en el municipio cabecera de Duarte, provincia que, en su momento, exhibió la mayor cantidad de fallecidos por la enfermedad, por encima incluso de demarcaciones como el Distrito Nacional o Santiago, con mayor población y con más actividad económica y social.
Ahora, la provincia Duarte mantiene el récord de tener 21 días sin nuevas defunciones a los registros oficiales, los cuales acumulan 800 casos positivos, 84 muertes y 666 recuperados en esta demarcación.
Con estas cifras negativas de fondo, Núñez Santiago, quien labora para Taxis San Francisco, se mantiene renuente a salir a la calle en estos momentos porque, como afirma, “hay más infectados en la calle, ahora es más peligroso”.
Sin embargo, ya tiene una idea para protegerse cuando retome su oficio. “Cuando quiten el toque de queda, voy a ponerle al carro un plástico transparente en la parte de atrás de mi asiento”, relata, mientras describe una vitrina para separar el aire circulante entre los pasajeros y el conductor.
“Imagínate, no hay de otra…”
Sin acceso a programas de asistencia
Dirigir una base de taxis implica cargar con muchas responsabilidades sobre los hombros. Javier Díaz De la Cruz, quien opera Coochofrank desde hace año y medio, confiesa que no le ha ido “para nada bien” en el negocio, situación que comparten sus 14 conductores afiliados.
“Yo, como dueño de base, tengo muchos gastos: tengo préstamos y hay que pagar teléfono, local, empleados… muchas cosas (…)”. Compara las ganancias realizadas durante la primera semana de trabajo luego de la desescalada, con lo que lograba reunir antes de la cuarentena. “Mi primera semana de cobro, entre los taxistas, fue como de RD$6,500 (cuando) antes podía hacer entre RD$12,000 y RD$13,000 semanal”.
La dinámica del negocio depende de las comisiones de entre RD$450 y RD$600 que deben pagar los afiliados a la base y que mermaron desde el inicio de la cuarentena. “Estamos empezando, pero está lenta la cosa (…) aunque los comercios estén reabriendo, no hay nada (para nosotros)”, apunta.
Las condiciones de informalidad en las que trabajan algunas bases de taxis deja a los conductores desprovistos del amparo económico que el Gobierno dispuso bajo programas de ayuda como Quédate en Casa, el Fondo de Asistencia Solidaria para el Empleado (FASE) y el programa Pa’ Ti, explica Cristino Rodríguez, presidente de la Federación de Trabajadores de Transporte de la Provincia Duarte.
La Encuesta Nacional Continua Fuerza de Trabajo (ENCFT) realizada por el Banco Central establece que, al cierre de 2019, el sector informal representa el 58.4% del total de personas ocupadas.
De los 2.2 millones de trabajadores informales cuyos oficios pudieron identificarse dentro de un ramo de actividad, se calcula que 238,628 personas (un 11.1%) laboraron dentro del sector denominado “transporte y comunicaciones”.
Rodríguez cuenta que, durante la cuarentena, su institución presentó una lista de choferes, con sus números de cédulas, al Instituto Nacional de Transporte Terrestre (Intrant) para que el Gobierno considerara incluirlos en los programas de asistencia social.
Pero se queja de que la mayor parte de las ayudas se quedaron en los choferes de transporte urbano.
“Lo que pasa (con los taxistas) es que, como tienen unidades con las que trabajan abonados a la compañía y no son de ésta, tú no tienes el control total de la situación de vida de ellos (…) porque a la mayoría que les pagan las ayudas deben de estar cumpliendo con algunos deberes”, aclara.
Aunque el manejo informal de algunas empresas impide conocer con certeza el número de compañías de taxis que operan en San Francisco de Macorís, Rodríguez calcula que existen alrededor de 302 unidades operando en el municipio, de las cuales sólo 30 se reactivaron con la desescalada. De memoria, menciona unas seis compañías.
Uber: Pocos pasajeros, misma deuda
Manuel García encontró en Uber una fuente para hacer dinero extra diariamente porque, como abogado, su profesión “a veces se pone media lenta” y taxear le permite “llevar el pan nuestro de cada día a la casa” y mantenerse “picando el peso”.
Sin embargo, considera que durante estos tiempos “críticos” de crisis económica con pocos pasajeros solicitando el servicio, Uber carece de medidas que se solidaricen con el socio conductor y permitan flexibilizar las comisiones que debe de pagar los choferes “en al menos, un 50%”.
“Uber manda mensajes (por la aplicación) de la situación económica y de salud (…). Han puesto pagos más flexibles, pero han puesto pagos… La deuda no ha disminuido nada”, lamenta. Se siente “decepcionado” por lo que califica una falta de consideración de la empresa hacia sus empleados.
“Ellos mandan ese recibo todos los martes, y no han tomado en cuenta la situación de uno. A muchos de nosotros se les murieron familiares, murieron conductores de Uber. Yo no sé por qué se manejan así, no nos reembolsan nada”, lamenta García.
IRMGARD DE LA CRUZ