Las críticas hacia la actuación policial durante la masacre en una escuela primaria de Uvalde aumentaron este jueves en esta localidad de Texas (EE.UU.), donde las autoridades locales reconocieron que el atacante entró al edificio sin enfrentar oposición.
Mientras en la plaza central de Uvalde continuaban los actos solemnes en memoria de los 19 niños y dos maestras asesinados en el tiroteo del martes, a unos kilómetros de distancia, las autoridades enfrentaban cada vez más preguntas sobre su respuesta a lo ocurrido.
«Nuestro trabajo es informar sobre los hechos y tener respuestas, pero todavía no las tenemos», admitió en una rueda de prensa el director regional para el Sur de Texas del Departamento de Seguridad Pública estatal, Víctor Escalón.
FRUSTRACIÓN CRECIENTE
La impresión de que la Policía actuó lenta o indebidamente se ha reforzado en las redes sociales y entre algunos residentes de Uvalde, sobre todo después de que las autoridades confirmaran que el atacante pasó hasta una hora atrincherado en un aula antes de ser abatido a tiros por los agentes.
En internet circulan varios videos grabados el martes en los que se ve a padres y familiares de alumnos en las inmediaciones de la escuela gritando y enfrentándose a la Policía por, a su juicio, no estar interviniendo mientras en el interior se estaba produciendo el tiroteo.
Escalón indicó este jueves que, al contrario de lo que indicaron horas antes fuentes del distrito escolar, no hubo un enfrentamiento entre un guardia de seguridad y el atacante, Salvador Ramos, cuando este entró a la escuela primaria Robb hacia las 11.40 de la mañana del martes.
«No es verdad. (Ramos) Entró a la escuela sin oposición», subrayó Escalón.
El funcionario estatal reconoció además que, «aparentemente», el cerrojo de una de las puertas de la escuela se habría encontrado abierto cuando Ramos llegó al centro, por razones que todavía se investigan.
UNA HORA DENTRO DE LA ESCUELA
Tras dispararle a su abuela en la cara en su casa, Ramos se subió a un vehículo y condujo hasta las cercanías de la escuela primaria, donde su automóvil se estrelló alrededor de las 11.28 de la mañana.
Desde allí caminó con un rifle y munición durante doce minutos hasta que entró en la escuela, sobre las 11.40 hora local. Cuatro minutos más tarde, la Policía irrumpió en el colegio.
En su recorrido a pie hasta el centro escolar, Ramos disparó contra dos personas que se encontraban en una funeraria en la calle de enfrente, sin causarles heridas.
Cuando los agentes de la Policía local llegaron al lugar, oyeron disparos e identificaron el aula en que se encontraba el agresor, pero no pudieron acceder a ella porque Ramos abrió fuego contra ellos cada vez que lo intentaron.
Esos agentes pidieron refuerzos e iniciaron la evacuación de estudiantes y profesorado del resto del colegio, mientras Ramos seguía atrincherado en un aula donde disparó indiscriminadamente contra los asistentes, matando a los 19 niños y dos maestras e hiriendo a otros tantos.
Fue aproximadamente hacia las 12.40, cuando llegaron los agentes especiales de la Patrulla Fronteriza, que lograron abatir al tirador.
«¿CÓMO PUEDE SER?»
Muchos vecinos de Uvalde no entendían por qué, a pesar de que el distrito escolar había duplicado recientemente su presupuesto de seguridad y formado a agentes para reaccionar ante tiroteos, no hubo una respuesta más rápida el martes.
«Hay que entrenar a nuestros agentes de Policía para que sean capaces de responder a algo como esto en lugar de esperar», afirmó a Efe el pastor Daniel Myers, que acudió este jueves a rezar a la plaza central de Uvalde, donde se han instalado 21 cruces en honor a los asesinados.
Myers aseguró que el martes se acercó a la escuela y se encontró «una situación de toma de rehenes», en la que nadie explicó a los familiares qué estaba ocurriendo hasta que el gobernador de Texas, Greg Abbott, salió en la televisión y «anunció el número de víctimas».
«¿Cómo puede ser que no lo supiéramos antes? Había una abuela a las 10 de la noche que todavía no sabía dónde estaba su ser querido», lamentó.
Su queja era similar a la de Ryan Ramírez, cuya hija de diez años Alithia falleció en el tiroteo y que en una vigilia este miércoles dijo estar «bastante molesto» porque la «mayoría de los padres se enteraron» de lo ocurrido a sus hijos «hacia las 11 de la noche» del martes.
Myers, que este jueves llevó comida a una familia que había perdido dos niños en el tiroteo, insistió en que las explicaciones de las autoridades, por ahora, no son suficientes.
«Espero que el Departamento de Policía de Uvalde haya aprendido algo de todo esto, y que emprenda cambios», recalcó el pastor.
Mientras, las familias continuaban este jueves los preparativos para los funerales de las víctimas, que aún no tienen fecha fija, y la Casa Blanca anunciaba que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, visitará Uvalde este domingo junto a su esposa, Jill.
Y la ciudad sumó una nueva noticia triste, al confirmarse que Joe García, el marido de una de las dos profesoras asesinadas el martes, Irma García, falleció este jueves de un infarto por la tristeza y dejó huérfanos a cuatro hijos, de 23, 19, 15 y 13 años.
EFE