POR MIGUEL GUERRERO.- Las más sofisticadas modalidades del crimen se imponen en el país y la gente está desorientada y temerosa porque la maldad le llega por cualquier vía. El avance de las comunicaciones y el auge del internet han creado mil formas de delincuencia.
Los “piratas cibernéticos” penetran las cuentas de los incautos con falsos mensajes de seguridad sobre los cuales los bancos han advertido a sus clientes. Los criminales de poca monta siguen robando celulares y a veces matan o hieren a sus víctimas para despojarlos de esos aparatos porque al poder activarlos pueden comercializarlos, y hacen de esta práctica criminal un negocio.
Las principales vías de las ciudades están llenas de hoyos, los que resultan de la falta de mantenimiento y el descuido de las autoridades y los que dejan los ladrones al hurtarse las tapas de las alcantarillas.
Igual sucede en las carreteras, donde las señales colocadas en el pavimento y en los muros divisorios para sustituir la iluminación son permanente tentación de ladronzuelos y depredadores urbanos. Los puentes no escapan tampoco a las acciones de estos pillos, como puede observarse en las barandillas y el cableado de muchos de ellos, como es el caso del Juan Bosch sobre el Ozama.
Los más peligrosos se dan ahora con el uso del teléfono. Llaman por ejemplo a una persona importante a su celular para decirle engañosamente a nombre de una compañía que su aparato ha sido clonado y que debe por tanto apagarlo por dos horas mientras se le resuelve el problema.
La víctima obedece agradecido de la eficiencia de la empresa, mientras los delincuentes llaman a su casa pidiendo un rescate por un secuestro. La familia cede después de muchos intentos de comunicarse con su pariente.
Otra modalidad consiste en una supuesta llamada técnica para hacer reparaciones en la línea. Piden que marques cierta combinación y quedas entonces enganchado.