POR CRISTHIAN JIMENEZ.- Difícil encontrar una solución a los flujos migratorios irregulares con respeto a los derechos humanos de los desplazados y a la soberanía de los Estados, cuando los que tienen poder definitorio optan por la conveniencia.
Los pequeños se aparcaron en Panamá al tenor del discurso del presidente Luis Abinader ante la ONU, quien emplazó a la comunidad internacional a una postura responsable frente a las profundas dificultades de Haití que fuerzan la emigración de sus ciudadanos y que ha generado una crisis migratoria y humanitaria regional.
Estados Unidos prefirió liderar un encuentro de cancilleres en Bogotá para enfatizar esquemas de protección temporal de haitianos y venezolanos y que pueda “cortar el flujo hacia el norte” y allanar el camino a repuestas integrales y estructurales.
Ese mismo día, 20 de octubre, pero en Cartagena de Indias, defensores del pueblo iberoamericanos trataron sobre migración y refugio, con énfasis en derechos en riesgo.
Panamá, Costa Rica y República Dominicana, “Alianza para el Desarrollo en Democracia”, en declaración conjunta afinaron la puntería y reclamaron a la comunidad internacional un plan para Haití como país emisor que incluye fortalecimiento de su seguridad, inversión en infraestructura, plan integral de desarrollo y financiamiento para restaurar los ecosistemas.
“Hacemos un llamado especial a los Estados Unidos de América, uno de los principales países de destino de la mayoría de los flujos migratorios que atraviesan nuestros territorios, aunar esfuerzos en la solución conjunta de respuestas concretas a este fenómeno”, dijeron.
Estados Unidos va en otra dirección: “es un modelo para toda la región y el mundo”, proclamó Anthony Blinken al elogiar la decisión del presidente colombiano Iván Duque que estableció una “Tarjeta de Protección Temporal” de 10 años para integrar socioeconómicamente a los venezolanos que suman cerca de 2 millones en Colombia.
Blinken lideró el encuentro que incluyó a Ecuador, Honduras, El Salvador, Guatemala, México, Perú, Brasil, Canadá, Chile, entre otros. República Dominicana estaba convocado a la Conferencia Ministerial sobre Migración.
Estados Unidos, de gran vocación interventora rehúye asumir directamente soluciones en Haití y es evidente que prefiere asentamientos por cuotas de los países de paso y destino.
Otro espacio, el “Encuentro Internacional de Defensores del Pueblo” trataba sobre migración y refugio, con el fondo de los derechos en riesgo. Varias mesas de discusión durante dos días enfatizaban en la emergencia humanitaria compleja en relación a contextos migratorios mixtos por múltiples factores políticos, económicas y socioculturales.
Defensores, funcionarios gubernamentales, congresistas, alcaldes y gobernadores argumentaban que el migrante es otro sujeto de las políticas públicas, pero advertían que hay comunidades cuyos servicios han sido desbordados por la presencia de los migrantes con el inocultable enojo de los pobladores.
Algunos refirieron el reproche social de marginados que entienden que a ellos se les niegan soluciones a sus urgencias, mientras se “da de todo a los extranjeros”.
La “Declaración de la Federación Iberoamericana de Ombudsman sobre la situación migratoria en Iberoamérica” planteó “trabajar conjuntamente en estrategias de prevención, detección y atención especializada a los migrantes”, e hizo un “llamado contundente a nuestros gobiernos para que se fortalezcan las medidas para implementar el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular”. Además, invitó a l cooperación internacional a reforzar su generoso apoyo para reforzar la defensa de los derechos de las personas migrantes, retornadas y refugiadas.
Pablo Ulloa, Defensor del Pueblo de República Dominicana, sugirió “innovar para extender las responsabilidades migratorias más allá de los confines de nuestros Estados” y planteó la creación de “un observatorio de gobernanza regional migratoria” para generar un intercambio de información en materia de migración”.
Los pobres continuarán desplazándose hacia zonas de mayores posibilidades.