POR JUAN TAVERAS HERNANDEZ.- Nadie puede sorprenderse de lo que diga el expresidente Danilo Medina. Todos sabemos que es capaz de decir cualquier cosa, pues su cinismo, mediocridad y falta de escrúpulos no tienen límites. Su dislexia política es antológica. Su idiotez también. Aun sigo sin entender cómo ese hombre, sin luces intelectuales, capaz de falsificar un título de ingeniero de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, pudo alcanzar la más alta posición que puede lograr un ciudadano: la de jefe de Estado, sin tener la más mínima condición. No debió ser ni alcalde pedáneo de Arroyo Cano, donde nació. (Solo en este país de las maravillas un hombre como ese pudo alcanzar la presidencia de república. ¡En ningún otro!)
El Partido de la Liberación Dominicana aún existe gracias a la benevolencia, a la indulgencia del sistema de justicia del país después de la devastación que produjo durante 20 años, 16 de manera consecutiva. (La devastación del PLD fue mayor que la de Osorio producida entre 1605 y 1606 por orden de la corona española para despoblar la parte occidental de la isla con el propósito de evitar el contrabando, creando los municipios de Monte Plata y Bayaguana).
Danilo Medina, al igual que muchos de sus lacayos, debería callarse para siempre o hablar desde la cárcel del 15 de Azua, en el patio, en medio del abrazante y sofocante calor que produce el implacable sol.
No hace mucho dijo -sin sonrojarse- que el PLD no estaba muerto, que estaba de parranda a pesar del encarcelamiento de sus hermanos, cuñados, miembros de su seguridad y de su entorno gubernamental, a los que, por cierto, no ha visitado ni siquiera por solidaridad. (Dice un sabio refrán popular que “los amigos se conocen en el hospital y en la cárcel”. Y más si se trata de familiares, solo que “los ingratos no tienen memoria”).
No importa lo que diga Danilo, la procesión de su entierro político pasó frente al Palacio Nacional con un silencio sepulcral. La Constitución de manera tajante y taxativa le impide volver a la presidencia. Y no creo que este pueblo, por loco que esté, se lo permita. El PLD todavía lleva sobre sus hombros el ataúd el pesado fardo de la corrupción que se llevó cientos de miles de millones de pesos impidiendo el desarrollo de la nación. Y tal parece, por lo que veo que en el mismo hoyo de Danilo terminará enterrado el PLD, que perdió calidad ética y moral para sobrevivir.
El ex presidente Leonel Fernández, responsable también de la devastación, haciéndose el loco, se presenta como uno de los niños cantores de Viena, aprovechando la crisis moral de la “vieja casa” atrayendo a sus dirigentes, militantes y simpatizantes, ignorando su participación directa en apocalipsis morado.