POR CRISTHIAN JIMENEZ.- El gobierno necesita más dinero y amenaza con “creativas fórmulas”, mientras los dominicanos resistimos, atosigados por las cargas impositivas y los impactos de la inflación.
La inaplicabilidad de la reforma fiscal por el riesgo a una poblada y el vertiginoso ritmo de endeudamiento, más un ambiente geopolítico desfavorable, han entrampado a las autoridades perremeistas.
El pasado discurso electoral dificulta la benevolencia pública y aumentan las críticas ciudadanas, aunque el gobierno prefiere el viejo camino de acusar a la oposición de intentos desestabilizadores.
Los jueves y viernes fríen en alquitrán a funcionarios oficiales ante la posibilidad de anuncios de los nuevos aumentos de los precios de los combustibles.
Es cierto que el gobierno subsidia y amortigua las alzas, pero esa verdad está mal comunicada o deficientemente lubricada.
Los niveles de precios de los combustibles son insoportables y han impactado servicios y artículos de gran consumo. La inflación ha hecho su “generoso” aporte pese a los esfuerzos de contención del Banco Central.
El petróleo ha duplicado su precio desde el inicio de la administración Abinader, con tendencia al alza ante la tensión internacional por la crisis que enfrenta a Estados Unidos y gran parte de Europa con Rusia en el tema Ucrania.
El presidente Luis Abinader y los dirigentes del Partido Revolucionario Moderno son víctimas de sus anteriores altisonantes discursos (los mortifican diariamente en las redes), en los que atribuían la carestía de los combustibles y de otros productos y servicios “al robo peledeísta”.
El cuadro se agrava al sincerar la tarifa eléctrica, lo que ha implicado aumentos sostenidos en momentos en que el gobierno parece enredarse en sus propios pies, en el negocio eléctrico.
El esfuerzo de transparencia presidencial ha chocado con desacciones de funcionarios, algunos forzados a dejar los cargos y otros bajo investigación o sometidos a lajusticia penal.
Otros combaten los controles ejercidos desde la dirección de Compras y Contrataciones, que se rige por una legislación que Abinader trata de hacer más efectiva.
Funcionarios adoptan decisiones que lucen improvisaciones, que en horas son canceladas por la crítica pública, lo que ha debilitado la iniciar versión de “un gobierno que rectifica porque escucha a su pueblo”.
Uno de los casos recientes más escandalosos, de serias consecuencias migratorios, legales y constituciones, fue el otorgamiento de un carnet a haitianos como “habitantes fronterizos”, que provocó que el director de Migración se apersonara en minutos al Listín Diario para anunciar que la anulación de la disposición.
La difusión de que se manejaría la revisión anual de los vehículos (la revista) a través de una alianza pública privada y que se mencionara a una supuesta adjudicataria, generó controversias y la necesidad de un comunicado oficial.
Para más inri, los problemas con los proveedores del desayuno y almuerzo escolares, con ausencia de alimentos en algunos centros; ausencia de profesores para clases de inglés por inmersión y el impago a estudiantes becados en varios países.
El gobierno luce a la defensiva en la gestión gubernamental, con un único efectivo peleador (que por cierto, ya perdió el invicto y suma algunas caídas) y el PRM con querellas internas que podrían llevarle al Tribunal Superior Electoral.
Mientras gobierno y PRM lucen concentrados en que se discutan propuestas de reformas depositadas en el Consejo Económico Social (CES), la morgue, pese a que arrancó la patana electoral.
Otros gastos de energías mayores se desperdician en intentar forzar la agenda con temas, ciertamente muy importantes, pero que ameritan otra reforma constitucional, imposible en estos momentos de tensiones políticas, económicas y sociales.
Maliciosamente ya circulan videos de abril del 84.