Discurso de Leonel

POR DANILO CRUZ PICHARDO.- La experiencia indica que los líderes políticos dominicanos son muy susceptibles y cualquier crítica, inclusive constructiva, la toman de forma personal. Es que suelen estar acostumbrados a entornos que les celebran y aprueban todo, llegándose a creer, en consecuencia, las lisonjas y halagos de todos los tamaños. Es una herencia de la cultura trujillista.

Con el mayor respeto que me merece el doctor Leonel Fernández, pero ese discurso que le dirigió al país, la noche del jueves 22, fue malo en el fondo y en la forma. Parece que no tiene asesores en materia de imagen y marketing político o sencillamente no se deja asesorar. Fernández habló, entre otros temas importantes, del alto costo de la vida y de la inseguridad ciudadana y eso es positivo, porque está señalando verdades que afectan a los dominicanos. Y todas las encuestadoras corroboran esa realidad.

Sin embargo, el antiguo jefe de Estado yerra cuando introduce el tema del uso y abuso de los recursos estatales, de parte del Gobierno del cambio, en las recién pasadas elecciones municipales. Nadie cuestiona esa realidad y el autor de este artículo en múltiples oportunidades ha condenado esa práctica, porque es indebida, inmoral y rompe con la igualdad que debía prevalecer, entre las entidades políticas participantes, en un proceso eleccionario. La queja del doctor Fernández hubiera sido válida si en sus gobiernos no se auspiciara la toma de un centavo, porque él lo impidió, para la compra de voluntades políticas.

Se recuerda perfectamente, empero, el desenvolvimiento de la campaña electoral de 2012, donde los propios diarios nacionales reseñaron expresiones suyas, pronunciadas en New York, donde anuncia una inversión gubernamental multimillonaria en el candidato presidencial Danilo Medina. No debió de mover esa tecla en su discurso, la gente tiene memoria, aunque veo bien todo lo demás que expresó.

Naturalmente, fue un discurso que creó una gran expectativa en la población y los dominicanos esperábamos una alocución motivadora, que levante el ánimo de sus correligionarios de la Fuerza del Pueblo, organización que posiblemente resultó ser la más afectada con los resultados de ese certamen.

Revertir la percepción electoral en estos momentos es altamente difícil, máxime con un discurso de ese tipo. El líder tenía que escoger (pienso yo) un salón grande, bien grande, y llenarlo de gente. Presentarse con un rostro relajado, seguro y lleno de optimismo. No tenso, triste y cansado.

Son muchos los detalles a tomar en cuenta en una campaña electoral. Cuando Richard Nixon y John F. Kennedy se presentaron a debatir, ante los televidentes de Estados Unidos, en 1960, el candidato republicano no estaba afeitado y lucía agotado, mientras el demócrata se exhibió relajado, seguro de sí y refrescante. Las encuestas otorgaban una ligera ventaja a Nixon y terminó ganando Kennedy de forma reñida. Posiblemente el ganador del debate, terminó siendo favorecido por los electores.

Definitivamente ya no se puede aspirar a puestos electivos relevantes sin la asesoría que demandan las circunstancias.

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