POR DANILO CRUZ PICHARDO.- El presidente Luis Abinader eliminó todas las medidas restrictivas por la COVID-19, exhortó al cuidado individual y a continuar con la vacunación voluntaria.
La decisión se produce en momentos en que los contagios disminuyen y los efectos del virus se tornan leves.
Parece que la mayoría aprueba levantar las restricciones –muchos inclusive celebraron–, aunque siempre hay excepciones y no faltan quienes rechazan la alocución.
Desde el punto de vista sanitario los más indicados a fijar su parecer, respecto al contexto del discurso, son los infectólogos y epidemiólogos. Contrariamente: todos estamos expuestos a opinar sin los elementos necesarios. El suscrito, particularmente, es incapaz de establecer si las medidas adoptadas son oportunas o apresuradas.
Desde el punto de vista político sí parece una decisión bien calculada, en momentos en que la aprobación de la presente gestión se deteriora, producto de la inflación en bienes y servicios y las odiosas alzas semanales de los carburantes.
Todavía más: se observa un justificado disgusto (sobre todo en círculos de opinión y de mayor escolaridad) ante las funestas pretensiones de privatizar patrimonios estatales relacionados a la energía, el agua, transporte y zonas turísticas. Esta vez se envuelve todo a través de un sustantivo denominado “fideicomiso”.
El levantamiento de las restricciones podría, en consecuencia, ofrecer un respiro a Gobierno, al tiempo que mejoraría la economía del país, porque el turismo, el sector más pujante, no pondría limitaciones de ningún tipo a los miles de extranjeros que escogen como destino a la República Dominicana. De paso se benefician funcionarios públicos que simultáneamente tienen inversiones en ese renglón.
A la eliminación de las restricciones se le puede hacer múltiples lecturas. No importa caer en el campo de la especulación.
La verdad es que todo discurso presidencial es bien pensado, en ocasiones con la asesoría de expertos que de forma anticipada conocen los posibles efectos sociales, políticos y económicos.
Yo, que no sé nada de eso, pienso que ese discurso favorece al presidente Abinader.