POR DANILO CRUZ PICHARDO.- Se dice que socializar, no aislarse, mantenerse activo en las labores rutinarias ayuda al mantenimiento de la memoria. Se recomienda, inclusive, hacer ejercicios físicos, pero también mentales, como llenar crucigramas, leer en voz alta, contar números inversamente, entre otros.
La alimentación sana no solo contribuye con la salud física sino también mental. Y que el consumo de algunos tóxicos, como las drogas narcóticas, el tabaco y el alcohol, terminan dañando todos los órganos, incluyendo al cerebro. Sin embargo, no creo que la alimentación inadecuada y los tóxicos puedan hacer más daño a la memoria que el paso de los años.
El organismo humano es degenerativo y todas las partes del cuerpo sufren deterioro.
El cerebro no es la excepción, simplemente es un órgano complejo que los neurólogos nunca acaban de estudiar. Siempre hay nuevos hallazgos.
Muchos jóvenes se sorprenden porque aquellos que superamos las seis décadas recordamos episodios ocurridos 30, 40 y hasta 50 años atrás.
Pero es que los eventos acontecidos en nuestra niñez, adolescencia y juventud nunca se olvidan.
Olvidamos aquellos acaecidos en los últimos años.
Es más: borramos cosas recientes.
No hay un uso perfecto de la memoria.
Con frecuencia tenemos que regresar a la casa, porque al salir hemos olvidado llevar cierto documento necesario para algún trámite o simplemente se nos quedó la mascarilla, requerida en todas las instituciones públicas, privadas y establecimientos comerciales, con motivo de la pandemia.
Y en la casa –a veces– estamos buscando el llavero, los lentes o un simple lapicero.
Lo que no olvida nadie es haber almorzado o tener sexo durante el día. ¿Le ha ocurrido? Si le ha pasado algo similar entonces sí que la cosa anda mal y lo aconsejable es la búsqueda inmediata del especialista médico.
“La memoria disminuye si no se ejercita”, dijo Cicerón.
Y de forma inevitable llegará el momento en que vamos a salir de la casa sin saber hacia dónde nos dirigimos y podríamos inclusive perdernos en algún punto de la ciudad.
Esa situación obligaría a la reclusión hogareña definitiva.
Mientras tanto, esos eventos desagradables, producto de la afección cognitiva, pueden demorarse –15 o 20 años más, no sé, depende– en la medida en que tengamos una alimentación saludable y hagamos ejercicios físicos y mentales.