POR TOMAS AQUINO MENDEZ.- Las diferencias, entre los partidos de oposición y la Junta Central Electoral, no son abismales. La responsabilidad del organismo rector de las elecciones es garantizar procesos electorales transparentes, ordenados y con resultados aceptados por todos. Su misión es siempre encaminar cada acción al fortalecimiento del proceso democrático.
El compromiso de los partidos es ofertar al electorado candidatos honestos, confiables, responsables y comprometidos con la búsqueda de solución a los principales problemas nacionales. Si los partidos y la junta, están alineados en la búsqueda de consolidar la democracia, con procesos electorales confiables, no vemos porque no sentarse a canalizar de la mejor manera las diferencias surgidas por aparentes interpretaciones de la ley.
El dialogo es el mejor camino. Los miembros de la junta actúan pensando en lograr lo mejor para ellos y para el país. Los partidos, mediante sus ofertas al electorado quieren elecciones limpias y así acceder al poder para garantizar al ciudadano libertad en una sociedad donde impere la paz, el pleno empleo y acceso a la alimentación, la educación y la salud. Las discrepancias son “normales” donde quiera que se juntan más de dos seres humanos. Hay que sentarse, poner sobre el papel las interpretaciones que han provocado el impasse y sacar las mejores conclusiones. Los objetivos de la junta y los partidos son más a fin de aquellos que los alejan. Ambos desean elecciones libres, transparentes y que consoliden la democracia. Por eso, creo que lo correcto es que se prepare la mesa del dialogo, se sienten los actores y se pongan de acuerdo. De ese diálogo debe salir una salida que satisfaga y tranquilice a toda la sociedad. Que nos deje claro que el objetivo de ambos, junta y partidos, es CONSOLIDAR LA DEMOCRACIA y lograr unas elecciones libres, transparentes y con masiva participación.