POR ORION MEJIA.- La mayoría de los modelos políticos y económicos que se aplican en América Latina conducen en círculo al mismo escenario de crisis e incertidumbre agravada ahora por la pandemia y los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania, que han convertido al continente en uno de los más desiguales del planeta.
Mucho se habla de que el socialismo fracasó en todas sus vertientes, pero poco se dice del daño que al infligido el neoliberalismo al género humano, en todas sus expresiones, más aun cuando se asocia al totalitarismo o dictadura para aplicar sus letalesrecetas.
El socialismo ha podido salir adelante en contadas naciones donde asume las bondades del capitalismo, especialmente lo relacionado con la iniciativa privada y el libre mercado despojados de prácticas desleales, como serían son los casos de China y Vietnam.
El neoliberalismo más cruento se aplicó en Chile impulsado por la dictadura de Augusto Pinochet que durante 17 años asesinó a miles de hombres y mujeres, encarceló y exilió a otros muchos miles, pero su modelo fue promovido como la panacea para América Latina, con cifras sobre crecimiento económico tenidas con sangre.
Mucho tiempo después, el pueblo chileno descubrió que el neoliberalismo lo había despojado de todas sus riquezas desde el cobre hasta el agua, incluido el sistema pensional y de seguridad social, todos los cuales fueron privatizados en provecho de grupos económicos oligárquicos.
Venezuela y Nicaragua son penosos ejemplos del desastre que puede causar un tipo de socialismo asociado con el nepotismo, corrupción y represión política, en tanto que la revolución cubana no ha querido aceptar el camino de indochina, como única vía de supervivencia.
La riqueza de América Latina ha sido conculcada por claques oligárquicas, asociadas a políticos corruptos que subastaron a sus pueblos por menos de 30 monedas, como ocurrió en Venezuela, Colombia, Brasil, Argentina, Ecuador, Perú y Centroamérica, en la mayoría de los cuales, el neoliberalismo fue usado como hierro caliente para marcar su agobiada anatomía.
En todos esos países se aplicó el mandamiento esencial de ese modelo económico, de dar prioridad al sistema de precios, libre empresa, autonomía de los mercados y un Estado disminuido que solo cumpla la función de árbitro que no podría impedir que el pez grande engulla al pequeño.
Al neoliberalismo se debe que, sin importar tiempos de vacas gordas o flacas se agrave la pobreza porque a la mayoría de la población carece de acceso a la educación, salud, vivienda y empleo. Es por eso que no me canso de pedir al presidente Abinader que gire un poco a la izquierda.