POR NARCISO ISA CONDE.- En la medida que el sistema capitalista-imperialista occidental se torna más insostenible social y ambientalmente…en la medida se desacreditan sus agentes políticos durante su ejercicio como partidocracia estatal-gubernamental… en la medida las brutales desigualdades socio-económicas evidencian las responsabilidad de las elites capitalistas en los procesos de empobrecimiento de la humanidad y el planeta…
En la medida la contrapartida popular cargada de indignación y expresada en rebeldías político-sociales se traducen en recurrentes crisis de gobernabilidad….en la medida todo eso expresa en una multi-crisis crónica y una fuerte tendencia a la decadencia de la civilización burguesa….
En esa misma medida el capitalismo y sus promotores más sistémicos y voraces imponen y endurecen la recolonización neoliberal, derechizan el abanico partidista, sobre-explotan, excluyen, y saquean con más intensidad. Se gansterizan y pentagonizan, y recurren a las guerras de reconquista, a la violencia y al despotismo.
Colocan además en lugar relevante de su agenda los fundamentalismos religiosos y la cultura patriarcal-machista; reprueban la libertad de opción sexual y recrudecen la homofobia; refuerzan dictadura del adulto varón contra niños/as, adolescentes, jóvenes y adultos mayores; y optan apasionadamente por la supremacía blanca, coloniaje, racismo y xenofobia.
A la vez amalgaman todo esto con política y comunicación alienante…Y de ahí rebrota el neofascismo actual como engendro del capital y de su crisis integral. Un fenómeno global que sigue creciendo en tanto expresión de la decadencia agresiva de un prologado reinado que se va degradando, con irrupciones muy altas en EEUU, Perú, Brasil y Europa Occidental.
Ese engendro está presente en toda la región latino-caribeña, sin excluir a República Dominicana, donde el racismo anti haitiano impregna gran parte sistema de partidos y gobierno, y donde el dogma religioso se funde con el Estado, con la gestión política (incluida la del presidente Abinader), con los procesos educativos públicos y privados, y gran parte de la producción mediática-propagandística, augurando densos nubarrones.
El reventón violento de ese fenómeno en Brasil prendió las alarmas. Obligatoriamente hay que verse en ese espejo: hasta promotores de los diversos componentes de la ideología neofascista, en actitud de suprema hipocresía, han tenido que distanciarse de esos hechos y condenarlos.
Aquí no ha faltado ese despliegue de simulación en casi todo el espectro conservador y ultraconservador, en casi todos los sembradores de odio neofascista, con sede en el Palacio Nacional, Congreso, PRM, PLD, FP, PRSC, y en las cúpulas eclesiales y empresariales. Bolsonaristas y trumpistas vergonzantes condenando o evadiendo a sus modelos y referentes. Señal de una pusilanimidad que los condena a la derrota.