POR NARCISO ISA CONDE.- Ramón Alejo, el Padre Moncho, es realmente un ser inolvidable. Inolvidable por bondadoso.
Por las causas populares, nacionales y mundiales que abrazó. Por valiente.
Por la contundencia y profundidad de sus ideas subversivas de todas la opresiones.
Por la manera como asumió la teología de la liberación. Por su fervoroso compromiso militante con el Grupo Sacerdotal Helder Cámera.
Por su amor a la Madre Tierra, a su pueblo y a la humanidad.
Por como acompañó a las izquierdas y militó en su Iglesia en la opción por los pobres, desafiando represiones jerárquicas e intereses conservadores.
El Padre Moncho es un ejemplo imposible de sepultar.
Lo recordamos en la epopeya de Loma Miranda y en las luchas trascendentes. Su imagen perduras pintada con los rayos del sol al frente de ese tesoro natural.
Su obra, su compromiso, su ejemplo, su auténtico cristianismo… trasciende su muerte física y se queda con nosotros/as y las nuevas generaciones, rodeado del amor sincero de su pueblo.
¡Hasta siempre, Padre Moncho!