POR VINICIO CASTILLO SEMAN.- Quiero iniciar este artículo admitiendo que la palabra pacto, consenso, ha servido como válvula de escape o foco de distracción para ganar tiempo a distintos gobernantes, lo que el dominicano ha denominado “mareo”.
Por lo anterior, es lógico que el llamado a un pacto nacional para abordar el tema haitiano planteado por el presidente Luis Abinader en su discurso del 27 febrero, sea visto con recelos legítimos por una buena parte de la población, que simple y sencillamente lo que exige al gobierno es que cumpla y haga cumplir las leyes y la Constitución en materia migratoria.
Lo que la mayoría de la gente que así opina ignora, son las circunstancias excepcionales en que ese pacto, que es una iniciativa original de la Fuerza Nacional Progresista (FNP) y mi hermano Pelegrín, es planteado por el presidente.
¿Cuáles son esas circunstancias excepcionales y de emergencia que ameritan una señal inequívoca de unidad nacional en República Dominicana sobre tema haitiano?
Las circunstancias excepcionales consisten en que nunca había pasado en Haití lo que está ocurriendo ahora. Un territorio limítrofe con 12 millones de habitantes, sin gobierno, sin Estado y en control fáctico de bandas criminales armadas. Igualmente, nunca se había visto con la claridad que ahora se ve a la ONU y Estados Unidos negándose a intervenir e imponer un orden mínimo, a pesar del desastre humanitario que ello está implicando y a pesar de que han recibido una petición formal de la poca autoridad institucional que queda en Haití.
Se hace más claro que el Pacto de Unidad Nacional es necesario para enfrentar una conspiración internacional para destruir a República Dominicana, diluyéndola con una mudanza de la población de Haití hacia acá, tomando como excusa y pretexto una crisis humanitaria en Haití.
La reacción a esa conspiración, que es cada día más clara, tiene que ser unirnos más que nunca. La unidad nacional ante las presiones de ONU y Estados Unidos para que aceptemos mansamente la mudanza poblacional, debe ser respondida con posiciones enérgicas del gobierno aplicando las leyes migratorias, pero con un país unido detrás en el tema, independientemente de diferencias partidarias.
Si como dicen algunos partidos que no acudieron a la primera reunión en Palacio, es una jugada política del presidente Abinader, él pagará, entonces, un alto precio electoral que le puede costar el poder y el fracaso de su proyecto de reelección.
Yo personalmente creo en la sinceridad del presidente en su discurso nacionalista y en defensa de la soberanía, pero admito que su gran error es mantener un ala fusionista cuyo accionar diario va en contra de su línea. Eso trae como consecuencia que haya descreimiento en lo que dice el presidente y se crea que tiene compromisos en dejar esos cargos a funcionarios que responden a la agenda del poder extranjero.
Le tocará al amigo presidente, en los próximos meses, despejar esas dudas, legítimas en algunos casos, y fruto del encono de sus adversarios, en otros. Pero el “Pacto País” sobre Haití al que ha convocado, es necesario y lo apoyamos.