El PRM

POR JUAN TAVERAS HERNANDEZ.- Un partido político no es una agencia de empleos. Un país no es una piñata que se destroza cada cuatro años. Seguir ese camino es no salir del círculo del atraso y el subdesarrollo.

Es preciso insistir en la necesidad de construir un partido fuerte, organizado, disciplinado, dotado de una orientación ideológica que le permita gobernar el país democráticamente por un periodo relativamente largo con un propósito de resolver los más angustiosos problemas de la población, no sólo para garantizarle empleos a sus miembros.

El Partido Revolucionario Moderno (PRM) no fue, ni es, un partido político; fue y sigue siendo una maquinaria electoral, coyuntural. Un desprendimiento de el otrora poderoso Partido Revolucionario Dominicano, hoy, una entelequia al borde de la desaparición.

A cinco años de creado, el PRM logró la hazaña de ganar el poder en unas elecciones muy particulares en medio de una crisis sanitaria, económica y política, con un partido y un gobierno desacreditados por la corrupción. En otras circunstancias, con otros candidatos oficialistas, la historia probablemente fuera otra. Pero Danilo Medina y su grupo consideraban que se impondrían a base de dinero, que todo lo podían comprar, incluso la voluntad del pueblo. Y se equivocaron.

Ese grupo -muy peligroso- que hoy es considerado una “asociación de malhechores” tiene mucho dinero y poder en el empresariado, militares, medios de comunicación y una parte, cada vez menor, de la población. Por lo tanto, hay que tenerlo vigilado.

Para que el PRM no naufrague como el Titanic en su primer viaje al chocar contra un iceberg, tiene que reorganizarse adecuadamente para convertirse en un soporte político poderoso, con representación orgánica en todo el territorio nacional.

El PRM tiene que tener presencia en cada provincia, municipio, paraje, barrio, circunscripción, con dirigentes idóneos, con raíces en sus comunidades, bien formados en historia, sociología, política y demás ciencias sociales.

Hay que hacer del PRM un partido unificado, disciplinado y bien organizado a nivel nacional. Crear una fuerza política con una práctica fundada en principios éticos, rescatando los ideales de los fundadores de la Patria, no una banda de delincuentes como la que nos gobernó durante los últimos 16 años.

Ese PRM -insisto- tiene que tener metas claras, que no son otras que enfrentar y resolver los problemas de la educación, salud, vivienda, empleo, energía, seguridad alimentaria y ciudadana, etc., que conducen necesariamente al desarrollo.

Hay que resolver la dicotomía entre funcionario del gobierno y dirigente del partido.

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