POR LUIS ENCARNACION PIMENTEL.- Puede que a fin de cuentas el encuentro resulte más efectista que efectivo, pero la presencia en este momento del expresidente Hipólito Mejía al lado de Francisco Javier García, entre otros comensales amigos o ligados al gobierno y la persona de Danilo Medina, lleva de sobras a recordar las acostumbradas reuniones estratégico-maquiavélicas del grupo de presión interna del PLD denominado OTAN, en Los Mogotes, por Villa Altagracia, y en otros lugares de la capital.
Desde cuando la segunda figura del PRM acudió a Palacio a visitar a Medina escoltado por el general Diaz Morfa en plena transición, se entendió que habría ido a llevarle un poco de tranquilidad al hombre a punto de entregar el poder, bajo la premisa de diligenciar “un bajadero” respecto a escándalos y expedientes gordos de corrupción de esa administración a ser llevados a los tribunales.
Y los meta mensajes de Hipólito -que iniciaron temprano con esa visita y siguieron con las afirmaciones, primero, de que “los expresidentes no deben caer presos” y, segundo, que no cree en lo de “un Ministerio Publico independiente»- ahora los remacha con el reciente encuentro vario pinto de Los Mogotes, levantando sospechas adicionales en una coyuntura político-institucional muy especial.
Sí, porque en otros tiempos se podría decir o creer que -poniendo en riesgo el compromiso y la bandera de lucha contra la corrupción y la impunidad del presidente Luis Abinader– esas son cosas o iniciativas unilaterales de Mejía, por su amistad o coincidencia con Danilo, no más de ahí.
Pero resulta que si el presidente -jugándose la faja y exponiéndose en extremo- está enfrascado en una reforma constitucional (¿) que la oposición política y sectores diversos del país rechazan y la creen inoportuna, entonces se presta –como se ha estado diciendo ya en varios escenarios– a que se piense que serían en general gobierno y PRM, al no tener los votos necesarios, los que estarían “bailando pegado” y en conversaciones profundas con el PLD (¿).
Ahora se estila sacar los celulares del salón de donde se traten temas espinosos, y si el evento se filtró, fue porque había interés de que el mismo, por las figuras y la coyuntura, trascendiera. Y si se publicó buscando un efecto, se logró lo contrario, porque enviaba una muy mala señal con respecto a los avances éticos planteados por la sociedad, y expresado por la gente en las urnas.
¿Reforma por impunidad? ¿Hay riesgo de perder la batalla contra la corrupción en el ejercicio público? Si fuere como hay sospechas y se ha comentado por lo bajo, de que la reunión habría sido con fines “transaccionales”, para lo que no había que filtrar nada y el evento debía ser más cerrado y con otras figuras, entonces no solo la batalla, sino también la guerra… la habría perdido el país, pero también el presidente Luis Abinader.
Porque sería arriar la bandera o el buque insignia de su discurso de campaña y de ejercicio gubernamental. Tendría un costo político incalculable. Y pese al riesgo de por medio, pudiera resultar una especie de pecado sin provecho. Sencillo: porque desvanecido lo del “cambio”, dificultaría las cosas para el 24 (¿). Pero no porque beneficie al PLD, con grandes culpas y cuentas pendientes.
En fin, todavía no lo creo ni me lo imagino, porque al amigo Luis, el presidente, no le conviene y porque tiene su palabra empeñada. Aunque …si hay interés especial y una fijación por el 40% por el que postula doña Milagros Ortiz, entre otras cosas, nadie sabe, y eso preocupa (¿).