Enseñanzas de abril 65

POR NARCISO ISA CONDE.- A punto de entrar en el mes de su 60 aniversario -después de seis décadas de contrarrevolución imperialista, puesta en marcha por la invasión militar de EE. UU., de la imposición de la dependencia sistémica y sus gobiernos de las derechas entreguistas- las enseñanzas de la revolución de abril de 1965 tienen un gran valor para el proceso de recuperación de las izquierdas y de las fuerzas que aspiran a reconquistar la soberanía nacional, construir democracia real y erradicar las desigualdades sociales. Las principales pueden resumirse así:

-El valor del programa y la consigna unificadora del pueblo en cada momento. En esa ocasión: Constitución de 1963 sin elecciones y Bosch presidente. La unidad al interior de los partidos revolucionarios, entre las diferentes corrientes de izquierda y fuerzas democráticas-transformadoras; civiles y militares abrazados al mismo ideal, combatientes y pueblo unidos, partidos y movimientos sociales también. La Identificación del enemigo principal inmediato sin perder de vista el papel estratégico determinante del imperialismo estadounidense dentro del bloque de dominación.

-La naturaleza opresora y criminal de la clase dominante y el imperialismo de EE. UU. La necesidad de asumir todas las formas de lucha, incluidas aquellas imprescindibles para contrarrestar la violencia de los opresores. La disposición a construir dirección colectiva, sin regatear el liderazgo forjado al calor de las luchas. -La complementariedad de las fuerzas y el respeto a su diversidad, procurando superar o administrar adecuadamente las divergencias.

-La voluntad –como decía el Che- de “forzar la marcha de los acontecimientos dentro de lo posible”. El tesoro político de la firmeza, la integridad, la dignidad personal y patriótica. La delimitación de fronteras con la traición a los ideales emancipadores. El destacadísimo papel de las mujeres y el aporte extraordinario que implica su participación.

-La importancia del crecimiento de la conciencia contestataria y la rebeldía justa de las juventudes. La diversidad de papeles de los sectores incorporados al proceso transformador (militares, artistas, intelectuales, técnicos, personal de apoyo, educadores, trabajadores de la salud…).

-La creatividad y la innovación para la superación de esquemas y dogmas. El tipo de democracia que es necesario proyectar en el presente y hacia el futuro, partiendo de esa formidable experiencia de poder popular en la República de los Comandos del 65. El valor del internacionalismo solidario para contrarrestar el internacionalismo de la reacción y del gran capital.

Vale, por tanto, en este aniversario, asumir estas enseñanzas con determinación, para acelerar los cambios que la deslegitimación y descomposición del poder constituido piden a gritos.

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