POR JUAN TAVERAS HERNANDEZ.- El presidente Luis Abinader ha dicho -reiteradamente- que no se presentará como candidato presidencial en el 28, cuando termina su segundo mandato, cumpliendo con el mandato constitucional. Tendrá para entonces 61 años. ¡Bastante joven! algunos analistas políticos, comentaristas, dirigentes políticos, incluso de su mismo partido, no lo creen. ¡Yo sí!.
Abinader seguirá siendo un activo político, ético y moral, dentro y fuera del PRM; probablemente se convierta en presidente de la organización, pero presidente del país, ¡nunca más! Supongo que le gustaría recuperar su vida, dedicarle tiempo de calidad a doña Raquel, a sus hijas, nietos y amigos.
Disfrutar la riqueza que heredó viajando por el mundo y conociendo hasta el último rincón de la tierra que lo vio nacer. Además, para servirle a la Nación no hay que ser jefe de Estado; existen múltiples maneras de servirle al país.
La decisión del presidente Abinader de no aspirar nuevamente, de mantener el modelo de un solo periodo y la posibilidad de un segundo, ha desatado en el PRM muchas ambiciones, algunos de ellas muy legítimas, otras no tanto: Willington Arnaud, Carolina Mejía, David Collado, Guido Gómez Mazara, Tony Peña Guaba, Yayo Sanz Lovaton, Roberto Furcal, José Ignacio Paliza, que es el único que al parecer ha desistido. En el transcurrir de los días aparecerán otros “presidenciables”.
Como puede verse, todos son o serán, funcionarios del gobierno, lo cual encierra grandes peligros y retos para el presidente Abinader que tendrá que poner reglas claras, entre ellas el no uso de la nómina pública con fines políticos electorales, como ha sucedido en el pasado, que se montaron proyectos presidenciales utilizando la nómina del ministerio de Educación.
El presidente Abinader debe evitar, de igual modo, que se produzcan cancelaciones masivas de los dirigentes y simpatizantes del PRM que ya están nombrados. Es un cambio de funcionarios lo que se está produciendo, no un cambio de partido, ni de gobierno. Eso debe estar bastante claro entre los nuevos incumbentes.
Por otro lado, creo que es prematuro iniciar una campaña electoral en este tiempo. ¡Es muy temprano! Al gobierno y al pueblo hay que darle una tregua, de por lo menos dos años. Pero me temo que la guerra interna ya ha comenzado. Los grupos están accionando, creando movimientos de apoyo extra partido, colocando “a su gente” en posiciones claves en las provincias y municipios, y dentro del gobierno.
No quisiera que la campaña electoral tan a destiempo termine como la fiesta de los monos: ¡a rabazos! ¡Y que el partido se divida impidiendo que se mantenga en el poder!