PARIS.- A pesar de la adopción de un pacto europeo sobre la migración en mayo, numerosos países multiplican las medidas para frenar estos flujos y restringir el derecho de asilo, alineándose con las posiciones de la extrema derecha que gana terreno en el continente.
Alemania restableció controles fronterizos, Italia construye campos de detención fuera de la Unión Europea, Chipre suspendió la tramitación de solicitudes de asilo de sirios, Finlandia y Lituania promulgaron leyes autorizando las devoluciones en la frontera, Países Bajos amenaza con retirarse del pacto sobre migración y asilo antes de su entrada en vigor en 2026.
Con el pretexto de hacer frente a situaciones de «urgencia» o de «crisis», proliferan las derogaciones o las desviaciones de las reglas comunes definidas en el seno de la UE.
Asistimos a «una derechización de las políticas migratorias» que refleja el auge de partidos de extrema derecha en el bloque, afirma Jérôme Vignon, analista del Instituto Jacques Delors, que ve «una tendencia netamente proteccionista y conservadora».
«Las posiciones antinmigración, que eran hasta ahora patrimonio de la extrema derecha, están contaminando los partidos de centroderecha, incluso de centroizquierda», coincide Florian Trauner, especialista de migraciones en la Vrije Universiteit Brussel.
El caso alemán es paradigmático. La conmoción provocada por ataques recientes cometidos en el país por personas radicalizadas, sumado al éxito del partido extrema derecha AfD en elecciones regionales, llevó al gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz a expulsar a 28 afganos a su país, dirigido por los talibanes, y a restablecer controles en las fronteras durante seis meses.
– «Mensaje fuerte» –
En los últimos años, los países dentro del espacio Schengen de libre circulación de personas han recurrido regularmente a las cláusulas previstas en estos textos para reimponer controles en las fronteras.
Pero estas «deben ser estrictamente excepcionales» y «proporcionales», defendió la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la UE, a raíz de la decisión alemana.
Después de acoger a más de un millón de refugiados, principalmente sirios, entre 2015 y 2016 y más de un millón de ucranianos tras la invasión rusa, Berlín envía un «mensaje fuerte» tanto a la opinión pública como a sus socios europeos, estima Trauner.
La presión migratoria «continúa siendo importante», con más de 500.000 demandas de asilo registradas en la UE en los primeros meses del año, afirma este experto.
Y Alemania, que ha recibido un cuarto del total, reprocha a los países del sur de Europa que dejen circular a los migrantes hacia el norte sin tramitar sus peticiones de asilo, como establece el protocolo comunitario.
Estos últimos denuncian de su lado la falta de solidaridad del resto de Europa, que los deja solos en la primera línea de la acogida de estos migrantes.
– «Clima de impunidad» –
«La incapacidad» de la Unión Europea de hacer respetar sus propias reglas «no hace más que alimentar un clima de impunidad donde las políticas y prácticas migratorias unilaterales pueden proliferar», lamenta Adriana Tidona, investigadora de Amnistía Internacional.
Los distintos expertos interrogados por la AFP matizan, sin embargo, el efecto real de estas medidas unilaterales.
La instauración de controles por parte de Alemania no implica el cierre de fronteras, señala la investigadora del Instituto Alemán de Relaciones Internacionales, Sophie Meiners.
Y «paralelamente» la primera economía europea, en plena crisis demográfica, toma otras medidas para «responder a la necesidad de mano de obra cualificada» como, por ejemplo, la firma de acuerdos con Kenia y Uzbekistán para atraer trabajadores de los sectores informático, tecnológico y médico.
Incluso la primera ministra italiana, la ultraderechista Giorgia Meloni, que años atrás denunciaba una «invasión planificada» y un «reemplazo étnico», ha validado desde su gobierno la entrada al país de 452.000 trabajadores extranjeros para el periodo 2023-2025.
Sin embargo, en una reunión esta semana con su par británico Keir Starmer, Meloni ensalzó el «modelo» italiano que permitió la firma de un controvertido acuerdo con Albania para externalizar allí las demandas de asilo y crear dos centros de retención para migrantes.
Roma asegura que estas políticas permitieron la fuerte caída de migrantes a Italia.
Sin embargo, esto no significa que el flujo a la Unión Europea haya disminuido. Según la Organización Internacional de Migraciones y las oenegés de rescate de migrantes en el Mediterráneo, los aspirantes a llegar a Europa han variado su ruta y terminan en otros lugares en vez de en Italia.
AFP