POR VINICIO CASTILLO SEMAN.- El presidente Luis Abinader anunció el pasado sábado que retiraba el proyecto de reforma fiscal que había generado un enorme rechazo en la sociedad. Con esa acción el Presidente desactivó una bomba social y política que estaba en curso, con consecuencias imprevisibles y nefastas para el país.
El Presidente fue sincero y humilde. Reconoció que el proyecto no contaba con la aprobación ciudadana y retiró el mismo, demostrando, como bien dijera, que no vive en una burbuja que suele embriagar a los gobernantes. Igualmente, demostró que cuando hay que rectificar lo hace sin que con ello se debilite su autoridad y credibilidad. Todo lo contrario, creo que su discurso fue un acto de responsabilidad y valentía, puesto que su primera obligación es preservar la paz y la tranquilidad de esta nación, que en dos ocasiones le ha dado el triunfo con más de 50 % del voto popular.
Los enemigos políticos del Presidente, y otros poderosos intereses nacionales y extranjeros, se quedaron frotándose las manos esperando la coyuntura de explosión social con un baño de sangre tipo el de 1984, o el Caracazo de Venezuela en el segundo mandato de Carlos Andrés Pérez. El plan de esos oscuros sectores era la desestabilización de RD y del gobierno, obligar a reprimir y ahogarla en un baño de sangre inocente que lo condenaría irremisiblemente ante la historia como ocurrió en 1984 con la matanza de cientos dominicanos en el gobierno de Salvador Jorge Blanco.
Todo eso quedó desactivado el sábado. Queda la pregunta legítima: ¿Qué pasará con las medidas que hay que tomar para asegurar la estabilidad macroeconómica de RD para el futuro?
Creo que el gobierno debe llamar a un diálogo amplio sobre el tema. Soy de los que cree que hay que revisar el famoso e irracional 4%. El país no puede seguir destinando cada año un aumento del río de dinero para el Ministerio de Educación, sólo para satisfacer el dogma de fe que se creó con el movimiento de las sombrillas amarillas. 12 años después de aprobarse el 4%, la calidad de la educación no ha mejorado y cientos miles de millones debieron ir a la construcción de infraestructuras fundamentales de este país y otras áreas no pudieron atenderse.
Creo que el ex presidente Leonel Fernández como líder y candidato más importante de la oposición debe jugar ahora y en los próximos años un rol estabilizador de este país. Impedir que su partido o un sector importante apuesten a la desestabilización política y social. La responsabilidad en ese sentido es de todos. Gobierno y oposición.