El papa Francisco exigió ayer martes que las potencias mundiales dejen de saquear los recursos naturales de África para “el veneno de su propia codicia”, al llegar al Congo y recibir el agradecimiento de la población por haber centrado la atención mundial en sus olvidadas penurias.
Decenas de miles de personas se aglomeraron a lo largo de la carretera principal de Kinsasa, la capital, para darle la bienvenida al pontífice luego de que aterrizó en el aeropuerto. Entre la multitud, en primera fila, había incluso niños con sus uniformes escolares.
La escena recordó las visitas a países de mayoría católica, que no han sido la norma en años recientes, dado que el papa ha preferido ir a países más pequeños y más cercanos, donde los católicos en muchos casos son la minoría.
“El papa tiene 86 años, pero de todas formas vino. Es un sacrificio y los congoleños no lo olvidarán”, dijo Sultan Ntambwe, una empleada bancaria de unos 30 años de edad, mientras esperaba ver al pontífice.
Francisco entró de lleno a su agenda al llegar, denunciando la explotación de África perpetrada por las potencias mundiales durante siglos, las industrias multinacionales de extracción y la injerencia de países vecinos en los asuntos internos del Congo.
“¡Saquen sus manos de la República Democrática del Congo! ¡Saquen sus manos de África!” exclamó el papa en su primer discurso ante autoridades congoleñas y el cuerpo diplomático acreditado en el país, en el jardín del palacio nacional de Kinsasa.
Llamando la riqueza mineral y natural del Congo “un diamante de la Creación”, Francisco exigió que las compañías multinacionales dejen de repartirse el país para sus propios intereses y que reconozcan su participación en la “esclavitud” económica del pueblo congoleño.
“Dejen de estrangular al África. No es una mina para explotar ni un terreno para saquear”, expresó el primer papa latinoamericano, quien desde hace mucho ha denunciado la manera en que los países explotan los recursos de los más pobres.
El viaje estaba previsto inicialmente para julio, pero se demoró por los problemas de rodilla de Francisco, que el martes eran tan serios que le impidieron al papa venir a saludar a los periodistas que viajaban con él a Kinsasa y al llegar allí, lo obligaron a permanecer en silla de ruedas.
Además, el viaje debía haber incluido una parada en Goma, en el este de Congo, pero la región aledaña de Kivu Norte se ha visto azotada por intensos combates entre las tropas gubernamentales y el grupo rebelde M23, además de por ataques de insurgentes vinculados al grupo extremista Estado Islámico.
Los combates desplazaron a unos 5.7 millones de personas, una quinta parte de ellas solo el año pasado, según el Programa Mundial de Alimentos.
AP