Para nadie es un secreto que las relaciones entre República Dominicana y Estados Unidos sufrieron un revés cuando el gobierno del presidente Danilo Medina decidió establecer relaciones diplomáticas con China.
Recordamos como en mayo de 2018 el encargado de negocios de la embajada estadounidense en el país, Robert E. Copley, visitó Palacio para expresar y justificar su preocupación antes de que dichas relaciones diplomáticas entraran en efecto.
Como sabemos, el presidente Medina, estimulado por el canciller Miguel Vargas Maldonado, prosiguió a pesar de las advertencias que le hizo el diplomático norteamericano sobre el proceder inescrupuloso del gobierno chino en otros países de la región.
¿Cuál fue el análisis de costo-beneficio que llevó a Danilo a romper con Taiwán, abrazar a Beijing y mirar sobre el hombro a Washington, DC? A mi entender, no pudo haber sido uno de carácter netamente económico pues nuestro socio comercial más importante es Estados Unidos y, por tanto, no hace sentido establecer relaciones diplomáticas con China a expensas de la salud de nuestra relación con los norteamericanos.
De hecho, desde un punto de vista puramente comercial, el establecimiento de relaciones diplomáticas con China no tenía por qué ser una prioridad ya que RD tenía una relación comercial saludable con esa economía asiática al margen de oficializar el nexo diplomático.
Si el cálculo de Danilo hubiese sido económico, no hubiese alterado el delicado balance que existía; un balance en el cual éramos amigos de Taiwán y hacíamos negocios con los chinos sin permitir que estos afirmaran su presencia geopolítica en la tercera frontera de Estados Unidos. “¡Qué República Dominicana es la tercera frontera de EEUU!”, exclamarán algunos. Sí, lo es. La primera frontera es Canadá, la segunda es México y la tercera, el Caribe, del cual RD es parte. Y he ahí, precisamente, el interés de los chinos en tener presencia diplomática en Santo Domingo.
Si ese era y sigue siendo el interés de los chinos, ¿cuál era el de Danilo? ¿Habrá sido abrir el mercado chino a productos dominicanos y traer un mar de turistas chinos al país? Esas fueron las razones que el gobierno, con su poderosa y sofisticada maquinaria mercadológica, promovió.
Mas, por un lado, la verdad es que, en sentido general, los productos dominicanos no son tan competitivos en el mercado chino. Esto por el hecho de que en el continente asiático hay países tropicales que producen los mismos rubros que nosotros y, en virtud de que están más cerca de China, le pueden vender a mejores precios. Por otro lado, es bien sabido que al chino no le gusta el sol, la playa y la arena; por lo menos no tanto como al europeo y al estadounidense. De modo que, realísticamente, no podemos esperar y, de hecho, no hemos visto un incremento significativo del turismo gracias a nuestras relaciones diplomáticas con China.
Si algo ha sucedido, de hecho, es todo lo contrario. El turismo ha disminuido. ¿A causa de qué? Al margen de la pandemia del Covid-19 que, dicho sea de paso, se originó en China, el turismo dominicano ha venido disminuyendo desde la primavera del 2019 a causa de una campaña mediática de descrédito en importantes cadenas de televisión en EEUU.
En dicha campaña se puso en tela de juicio la seguridad de los hoteles. Este cuestionamiento se hizo a raíz de la muerte de varios turistas estadounidenses mientras vacacionaban aquí. A fin de cuentas, se demostró a través de informes oficiales del FBI que los turistas murieron primordialmente por condiciones preexistentes y no por la ingestión de químicos tóxicos presentes en bebidas alcohólicas o por el contacto con pesticidas en los predios de los hoteles.
Si bien dicho informe nos eximió de culpa, ya el daño económico al sector turístico estaba hecho y se dice que la campaña mediática contra República Dominicana en EEUU se sobredimensionó como una medida de retaliación por el manejo que tuvo el gobierno dominicano en su empeño por establecer relaciones diplomáticas con China.
Dicho todo esto, todavía queda en el tintero la pregunta de ¿cuál fue el cálculo político que llevó a Danilo a preferir estar en buenas con los oficiales de Beijing y de Wuhan a expensas de fortalecer su relación con Washington en la persona de Donald Trump? La respuesta más lógica es que su cálculo político fue tener el apoyo financiero de China para imponer la reelección en cuerpo propio o, en su defecto, en cuerpo ajeno, como hubiese sido el caso de Gonzalo Castillo haber salido electo.
Pero, quizás para bien de República Dominicana, al presidente Medina le salió el tiro por la culata. Digo “quizás” porque todavía no hemos visto cómo es que Luis Abinader va a batear. Pichó bien. Aunque, a decir verdad, el equipo contrario no tenía el mejor cuarto bate.
No obstante, después de tres torneos electorales (2012, 2016 y 2020), ganó la batalla. Ahora veremos si tiene la capacidad de resistencia para ganar la guerra gobernando en medio de una pandemia y en un sistema clientelar que el prometió desmantelar.
En lo que respecta a cuál será la dinámica relacional de nuestro presidente electo con Estados Unidos, entiendo que podría ser llevadera tanto con Donald Trump como con Joseph Biden. Juzgando por la relación que tiene Abinader con Rudolph Guiliani, le iría mejor con Trump. Por otro lado, juzgando por la posición del PRM en torno al aborto y la ideología de género, lamentablemente, quizás le iría mejor con Biden. Dicho eso, espero que le toque lidiar con Trump pues si termina siendo con Biden la agenda abortista y feminista del PRM puede que avance con mayor celeridad en detrimento de la familia que es el fundamento de nuestra sociedad. Ahora, ese escenario se definirá en las elecciones estadounidenses del próximo noviembre.
Entretanto nos toca esperar y, sobretodo, orar para que Dios guíe e ilumine a nuestros líderes en sus gestiones por conservar los valores y propiciar el progreso en todos los segmentos socioeconómicos de nuestros pueblos. El autor es economista.
Jonathan D’Oleo Puig