POR CRISTHIAN JIMENEZ.- Maduro pierde, miente y arrebata. Empobrece y aísla cada más a Venezuela. Asumió que la eliminación de las candidaturas opositoras más populares le garantizaba la victoria, y lo desquició el aluvión de votos contrarios.
El heredero político de Chávez, venía de unas elecciones, 2018, también impugnadas y denunciadas como fraudulentas, por aplicación del mismo librito: represión, violaciones a ley electoral y adulteración de resultados.
Cuando el congresista Guaidó, presidente de la asamblea nacional de Venezuela se autoproclamó encargado del gobierno, Estados Unidos logró articular el apoyo de más de 50 países, incluida República Dominicana. Maduró obtuvo respaldo de veintena de naciones, destacándose China y Rusia, con fuertes relaciones económicas con Caracas.
La crisis, convertida en un tema geopolítico se profundizó y el control de las fuerzas armadas, posibilitó que Maduro y Diosdado Cabello frustraran un esfuerzo estadounidense de infiltrarlas y dividirlas. Hubo purgas y represión después de un frustrado golpe y el alejamiento de las posibilidades de la instalación formal de Guaidó en Miraflores.
El gobierno dominicano se mantuvo con Guaidó. Vinieron negociaciones en las que mediaba el expresidente Leonel Fernández y que luego asumió personalmente el entonces presidente Danilo Medina, con Santo Domino como escenario, sin resultados positivos. Negociadores europeos también fracasaron.
Estados Unidos, pese a un lenguaje altisonante, se replantea la situación a partir de sus necesidades de petróleo, debido a la guerra que Rusia inició en Ucrania y se aceptan nuevas promesas de Maduro para unas elecciones “democráticas”. Los opositores venezolanos se alinean con el nuevo diseño, aún después de que el madurismo bloqueara la consensuada y popular candidatura de María Corina Machado.
Maduro, confiado en la articulación represiva y fraudulenta y la falta de carisma de un opaco Edmundo González aceptó observadores internacionales, como representantes del Centro Carter, que redactaron informes que invalidan la legitimidad de las elecciones.
El madurismo en shock nunca presentó las actas de validación, obligación de ley, lo que sí hizo la oposición, adelantándose a malas experiencias pasadas.
De nuevo amenazas, persecuciones, encarcelamientos, acusaciones y falsas investigaciones. González que hubo de huir a España, regresa en gira por América anunciando que asumiría la presidencia de Venezuela el próximo viernes, fecha constitucional que también espera Maduro.
República Dominicana que sufrió la expulsión de su personal diplomático y consular, por sumarse al reclamo de la presentación de las actas oficiales, abrió un espacio en la agenda ceremonial del nuevo mandato de Luis Abinader y en pleno Palacio Nacional auspició la firma de la Declaración de Santo Domingo en la que 22 países reclaman nuevamente la publicación de las actas de votación, reclaman el cese de la represión y la violencia y plantean un “acuerdo político”.
Biden, a pocos días del final de mandato presiona al gobierno venezolano y fuerza la instalación de González, quien llegaría ayer domingo a Washington para una reunión con el mandatario. Tendría reuniones con líderes congresuales demócratas y republicanos.
El gobierno dominicano informó de la visita de González, “representante del Movimiento Democrático Venezolano”, para el próximo jueves, “acompañado por una comitiva de ocho expresidentes miembros del Grupo IDEA y su secretario general”.
Dice una nota que el acto en el Palacio Nacional “simboliza el compromiso regional con los valores democráticos y la gobernabilidad legítima en América Latina” y “estará centrado en los desafíos y oportunidades para el fortalecimiento democrático de Venezuela”.
¿No bastaba con la actividad del 16 de agosto? ¿Proclamarán a González presidente? ¿Se plantearía que salga desde aquí para Venezuela? Imposible, pero…
La agenda de Trump, amigo de Putin y quien asume en 14 días, podría ser diferente a la demócrata.