POR MARCOS SANTOS.- Terminada la huelga que paralizó por dos días las actividades comerciales y educativas de la ciudad de San Francisco de Macorís, y de otros municipios de la provincia Duarte, incluyendo a Salcedo en la provincia Hermanas Mirabal, para quien suscribe resulta inexplicable, el silencio producto de la indiferencia de dirigentes políticos opositores al gobierno del PRM, mientras que por el otro lado, los funcionarios públicos, defienden a “uña y diente” las ejecutorias de la administración que encabeza Luis Abinader.
Si bien es cierto que la ciudad del Jaya requiere de obras para alcanzar su pleno desarrollo, también es cierto, que podría resultar contraproducente paralizar las actividades económicas de toda un pueblo, generando pérdidas estimada en cientos de millones de pesos, razón por la cual muchos sectores piden que se utilicen otros métodos para la protesta pacífica, que es un derecho consagrado en la Constitución de la República.
Aquellos que afirman que la huelga solo trae consecuencias negativas para la sociedad, están equivocados, tomando en cuenta la reacción de los funcionarios públicos ante estos hechos.
Es decir, la huelga, urge a esos funcionarios a que se deben agilizar los trabajos porque simple y sencillamente el pueblo no admite más demora.
De manera, que ahí tenemos un beneficio de dichas jornadas de protesta.
Y no está de más recordar, que desde hace muchos años en San Francisco de Macorís se está reclamando por el hospital de especialidades, la avenida de circunvalación, asfaltado de calles en diferentes sectores, mejoramiento del suministro de agua potable que en la actualidad es un desastre, cese de los apagones, ahora con el odioso ingrediente del aumento desmedido en la factura eléctrica, construcción de escuelas públicas, construcción de la carretera San Francisco-Río San Juan, entre otras sentidas demandas, por lo que no se puede atribuir que es una lucha con tinte partidario, si no, más bien es el sentir de esos barrios populares, los cuales sufren de la ausencia de esas obras y servicios.
Viendo así las cosas, cómo se justifica la indiferencia ante el sufrimiento que padece una parte importante de la población francomacorisana, y la indiferencia de los dirigentes políticos opositores, cuyo silencio cómplice, raya en la irresponsabilidad y la falta de solidaridad y compromiso con la gente.
Esos dirigentes opositores, aspiran a dirigir instituciones públicas o ser representantes en los ayuntamientos y en el Congreso Nacional, y no son capaces de decir absolutamente nada en favor de la población.
Y no es que se trate de enarbolar un discurso populista, de lo que se trata es de ponerse al lado de las legitimas aspiraciones por mejorar las condiciones de vida de las grandes mayorías.
La indiferencia de los políticos, es sinónimo de irresponsabilidad.
Aquí urge un ejercicio, cuyo único objetivo sea el beneficio del pueblo.
Y en ese ejercicio, deben estar involucrado todos los sectores sociales de San Francisco de Macorís.
Sin afán de protagonismo, sin poses, sin demagogia, sin arrogancia, sin prepotencia, solo para beneficiar a la gente.
Se supone que eso es lo que aspiramos todos, o casi todos.