POR JUAN ARIEL JIMENEZ.- La economía dominicana atraviesa hoy una situación comparable a la de un vehículo que pierde potencia por falta de combustible y de mantenimiento adecuado. El motor responde con lentitud, el avance se vuelve cada vez más difícil y, con ello, no solo el vehículo sufre: también lo hacen sus pasajeros. En este caso, los pasajeros son las familias dominicanas, que sienten el impacto directo de un motor que funciona con dificultad.
En los últimos 25 años, pocas veces hemos experimentado una desaceleración económica tan marcada, salvo en períodos de crisis financieras nacionales o internacionales. El problema es que, cuando la economía deja de crecer, también deja de generar suficientes empleos formales, lo que conduce al estancamiento de los salarios. Así, una dificultad macroeconómica termina convirtiéndose en una preocupación diaria para cada hogar.
Señalar problemas es fácil para la oposición, como también lo es para el gobierno negarlos o culpar a factores externos. Sin embargo, lo que verdaderamente importa para mejorar el bienestar de los dominicanos es plantear soluciones. Entre las medidas prioritarias para reactivar la economía y fortalecer el poder adquisitivo de las familias, se proponen las siguientes ideas.
Impulsar un programa de inversión pública con alto impacto en el empleo
El gobierno podría poner en marcha un plan especial de inversión en infraestructura pública, priorizando las intervenciones con mayor capacidad para generar puestos de trabajo. Estudios internacionales señalan que el mantenimiento y la reparación de obras existentes suelen tener un efecto más inmediato sobre la actividad económica que la construcción de nuevas. Este enfoque sería particularmente oportuno en momentos en que se observan edificaciones en grave deterioro: escuelas con techos en mal estado, la Línea 1 del Metro con evidentes signos de desgaste y calles llenas de hoyos pintados de amarillo.
Asimismo, varios estudios económicos indican que la inversión en agua y saneamiento es especialmente efectiva en la generación de empleo, pero además tiene un gran potencial para mejorar el bienestar social. De hecho, en nuestro país solo uno de cada tres dominicanos recibe servicio de agua continua durante 12 horas al día. Por tanto, un plan integral en este sector, como el contemplado en el Plan Nacional de Infraestructura (PNI), podría generar miles de empleos y mejorar de forma sustancial la calidad de vida de cientos de miles de personas en los campos y barrios del país.
En el ámbito rural, la construcción de infraestructura agrícola como caminos interparcelarios, pequeñas lagunas para riego y la electrificación rural no solo dinamizaría la economía del interior del país, sino que también ayudaría a reducir los costos de producción y transporte, con el consiguiente alivio en los precios de los alimentos.
Facilitar el crédito para vivienda
El sector de la construcción es clave para el dinamismo económico, debido a sus fuertes encadenamientos productivos. Una obra residencial no solo implica levantar paredes y techos: también moviliza a proveedores de materiales (varillas, block, cemento, pintura), contrata diversos profesionales y técnicos de diseño, y genera consumo en comercios cercanos.
Para estimular este sector, el gobierno podría establecer un fondo de garantías que permita que miles de personas puedan acceder a préstamos hipotecarios con tasas fijas de largo plazo, y las tasas serían menor por el menor riesgo crediticio producido por el fondo de garantías. Para aumentar el impacto, esto debería ser complementado con apoyos focalizados para el pago inicial a familias de bajos ingresos bancarizadas. El modelo de política de vivienda implementado en Colombia bajo el gobierno de Iván Duque es un referente útil.
De manera inicial, esta política de apoyo a la vivienda pudiera comenzar con empleados del sector público que cuentan con estabilidad laboral, como personal de salud, docentes y miembros de las fuerzas armadas y policiales. Y es que apoyar a que miles de enfermeras, doctores, psicólogos, maestros, policías y militares obtengan una vivienda no solo sería una adecuada política de reactivación económica, sería sobre todo un acto de justicia con personas que día a día trabajan sin descanso por el bienestar de los demás.
Eliminar el anticipo
En un contexto de estancamiento económico y altas tasas de interés, las pequeñas y medianas empresas sufren mucho porque tienen que pagar anticipo por unas ventas que no ha realizado este año. Eliminar el anticipo es una necesidad imperiosa en el país, pero si el gobierno por una razón u otra teme eliminarlo del todo, al menos debería empezar con las MIPYMEs, y vería que esta medida daría un respiro a los negocios y dinamizaría la economía sin afectar las finanzas públicas.
Es importante apuntar que todas estas medidas podrían ejecutarse en el presente año sin necesidad de endeudarse ni de aprobar una reforma fiscal. Y es que según el Banco Central, el sector público mantiene más de 232 mil millones de pesos depositados en el sistema bancario, recursos “frizados” que deberían estar circulando en la economía para mejorar el bienestar de los dominicanos.
En conclusión, podríamos decir que en la actualidad la economía dominicana está como un carro cuyo motor lleva apagado demasiado tiempo, y cada minuto sin avanzar genera más frustración entre quienes van a bordo. No podemos esperar a que el motor se encienda solo, ni conformarnos con críticas estériles o excusas complacientes. Hace falta decisión, creatividad y buen criterio para implementar las acciones que permitan reactivar la economía y mejoren el poder adquisitivo de las familias dominicanas. Y en esta tarea, todos tenemos algo que aportar, pues al final un mejor país se construye desde todas las parcelas, cada quien ejerciendo con responsabilidad y objetividad el rol que le corresponde en el ejercicio de la democracia.