POR JUAN TAVERAS HERNANDEZ.- De mantenerse con vida, el doctor José Francisco Peña Gómez habría cumplido 84 años.
Ese hombre insuperable, tal vez el dominicano de mayor proyección internacional, y de un liderazgo nacional incuestionable, murió relativamente joven, con apenas 61 años. Un cáncer implacable y cruel se lo arrancó al pueblo que lo siguió y veneró como lo que fue: un líder de masas como ningún otro en la joven historia de la República.
No pudo completar su anhelo de convertirse en presidente de la República y poder pagar la deuda social milenaria con los pobres, de donde surgió como un gigante. Sin embargo, dejó huellas de patriotismo, amor y solidaridad que nadie podrá borrar. Han pasado 23 años desde su desaparición física, pero sigue caminando entre la gente humilde, como un duende de esperanza y redención.
Es por esa razón que un grupo de compañeros y amigos abnegados decidieron en 2005 fundar el Instituto de Formación Política José Francisco Peña Gómez, sin fines de lucro, para contribuir con la educación de jóvenes de todos los colores y de todos los partidos con deseos de superación y de convertirse en propulsores de las mejores prácticas políticas y sociales, teniendo como norte la educación, elemento fundamental para el desarrollo.
El Instituto lo encabeza el expresidente Hipólito Mejía que ha hecho importantes aportes durante estos 16 años. Sin su entrega, sin su entusiasmo, fruto del cariño y la admiración que le tuvo al líder, habría sido imposible mantener abiertas las puertas de ese centro de formación política y cultural.
Junto al exmandatario sobresalen personalidades como la siempre bien recordada Ana María Acevedo, que puso alma, corazón y vida para su mantenimiento, al igual que la profesora de generaciones Ivelisse Prats, sin cuya perseverancia y pasión, los cursos especializados no se habrían realizado con tanto éxito. Y junto a ellos, integrando el equipo de hombres y mujeres que lo dirigen, se encuentran Pastora Méndez, que ha sido la coordinadora administradora, eficiente, ágil, dispuesta y defensora de cada centavo que entra.
Junto a ellos, doña Peggy Cabral, Fernando Durán, Rafael Montilla, Margarita Cordero, Radamés Abreu, el viudo de Ana María, Tony Raful, y quien suscribe, entre otros buenos amigos y parientes del difunto dirigente de la Internacional Socialista y del otrora poderoso Partido Revolucionario Dominicano.
El Instituto cambió su dirección. Ahora está en la calle Santiago #107 del sector de Gazcue, la casa propiedad de Ana María, Radamés y sus hijos. Feliz coincidencia. El hogar de Ana María es desde el sábado el hogar del Institutito. Peña Gómez y Ana María, amigos entrañables, juntos de nuevo.