“Júbilo, alegría”, expresan los doctores cuando liberan de Covid-19 a pacientes en San Francisco de Macorís

Antes de respon­der al doctor Ra­món Mena se le dibuja una son­risa, de esas que no te per­miten hablar por varios se­gundos. Cuando encuentra el aliento para responder le salen dos o tres palabras: júbilo, alegría, alegría.

Se refiere a qué sienten los médicos cuando un pa­ciente gana la batalla al co­ronavirus. Cuando con­cretan una pequeña pero importante victoria ante una pandemia global que ha asustado al mundo de­rribando mercados, com­prometiendo economías y llevando sueños hasta pe­sadillas.

“Se recobran las fuer­zas. Júbilo, alegría. Tener un equipo dedicado, con lo mejor que tiene la me­dicina moderna de hoy y que se te vaya un pacien­te es desconcertante. No estamos preparados para eso”, admite el doctor, di­rector del Centro Médico Siglo XXI, en San Francis­co de Macorís, principal clí­nica privada que le ha he­cho frente al Covid-19 en el nordeste.

Para llegar hasta aquí, hasta ese instante en que se le humedece la vista al doctor, hay un trecho largo. Uno que primero tuvo que vencer al miedo.

“El primer sentimiento que había es de miedo. Es­to me va a matar cuidan­do a otros”, resume el doc­tor como la impresión que vio en su personal médico cuando la pandemia se les vino encima. Eso llevó a que algunas personas, en­tre médicos, enfermeras o camilleros, se aislaran.

La respuesta fue nunca llamarles cobardes, cuen­ta el doctor Mena desde San Francisco de Macorís, la comunidad que concen­tra la mayor proporción de  muertes en el país: el 26% según los informes del Mi­nisterio de Salud Pública.

Ese temor también se re­gistró en el personal de co­cina, o con el camillero, el técnico de rayos equis. Por­que por más título que pue­da llevar una persona al fi­nal y primero que todo, se trata de seres humanos, ad­vierte el doctor Mena.

“Estas últimas seis sema­nas han sido de mucha hu­manidad. Hemos pelea­do, pero nos hemos vuelto a concentrar”, relata con­tando las tensiones inter­nas que ha producido el Covid-19 en la Clinica Si­glo XXI, que junto a todo lo que ya sabemos no ha deja­do de recibir a pacientes en estado de gestación, a otros con crisis diabéticas o even­tos cardiacos.

Esas primeras tensiones se registraron por el temor del personal a ser conta­giado. “La gente ha ido en­tendiendo que si me prote­jo con el equipo adecuado los internos no son los que me van a enfermar, son los de afuera. Los que están en la calle sin mascarillas cre­yendo que no tienen na­da”, indica. Y pone como ejemplo al personal médi­co que debe ingresar a cui­dados intensivos para expli­car el cuidado que se debe mantener. “Cuando llega un equipo a intensivos de­ben entrar como astron­autas”, dice bromeando el doctor. Se refiere a los trajes de protección que usan pa­ra aislarse del virus. La pre­paración se hace en grupos de dos, según explica. “Hay una persona frente a ti vigi­lándote al momento de po­nerse los trajes. Todo eso tiene un costo, cuesta mu­cho dinero”, añade.

JUAN EDUARDO THOMAS

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