POR JULIO MARTINEZ POZO.- Estados Unidos, Reino Unido, Australia y Canadá han boicoteado diplomáticamente los Juegos Olímpicos de Invierno que se desarrollan en Beijing, la capital China, amparados en alegato de violación a los derechos humanos contra las minorías religiosas étnicas, especialmente los uigures, pero la protesta es sólo simbólica, porque no incluyó a los atletas.
Ni en la China de Mao Zedong, de 1949 a 1976, ni en la de la convivencia de los dos sistemas, la que el mundo conoce a partir de las reformas de Deng Xiaoping, ha habido respeto por cosas tales como la libertad de expresión, de asociación política, ni de culto, lo que no fue obice para que esos países, empezando por Estados Unidos, se abrieran a estrechar vínculos de toda naturaleza con la nación más poblada del mundo.
De la única democracia de la que los chinos son partícipes, es de la económica; es el país con más éxitos en liberar a los seres humanos de las secuelas de la pobreza, pero a los que quieran lujos tales como elecciones libres, contrapeso de poderes y opinar como se les antoje, tienen que contenerse porque de salir a reclamarlo, pueden recibir la respuesta que se dió a los estudiantes que se acamparon en la Plaza de Tiananmen, en 1989, reclamando apertura: el acribillamiento masivo.
Todo lo que esté ocurriendo actualmente es paja de coco frente a las cosas que ya han ocurrido, y frente a las cuáles el capitalismo mundial decidió mirar para otro lado, para beneficiarse de la expansión de China y usarla como la gran factoría de mano de obra calificada y abaratada.
¿De dónde han surgido los escrúpulos que los norteamericanos se habían guardado desde que Richard Nixon dijo que una de las dos potencias comunistas debería estar más cerca de los Estados Unidos, que se su homóloga? ¿La China de hoy no es la misma con la que Jimmy Carter decidió abrir relaciones diplomáticas en 1976, rompiendo con Taiwán, y a las que Estados Unidos le apertura el camino a la ONU y al Banco Mundial? ¿No es la misma que George Bush padre declaró como la mejor amiga de los Estados Unidos?
No ha variado en nada, sólo en el hecho de que Estados Unidos siente necesidad de contrarrestar su expansión y de revertir la desigualdad del intercambio comercial y el impacto en la reducción y precarización del mercado laboral estadounidense.
Ninguna foto de los olímpicos de invierno tendrá mayor impacto que la del encuentro de los presidentes Xi Jinping y Vladimir Putin, con la que ambos se brindan un espaldarazo estratégico: Putin, el hombre del momento, con su sola presencia en China tapa los huecos de otras ausencias, mientras que el respaldo que da a Xi Jinping se traduce en una lectura de respaldo de China a Rusia, enfrentada a Estados Unidos y Europa por el desplazamiento militar ruso alrededor de distintos puntos de su frontera con Ucrania.
Pero al igual que la ausencia diplomática de los boicoteadores de los juegos de invierno, la alianza que comunica esa fotografía, también es simbólica. China sería solidaria con Rusia, pero difícilmente lo haga con desplazamientos militares, porque ese no es su fuerte ni su interés, pero además se las tiene pendiente históricamente a Rusia, desde la guerra de Corea.