POR MARCOS SANTOS. – Un pueblo educado, y cuyos funcionarios públicos, no roben, está llamado a alcanzar su pleno desarrollo.
Singapur es un fiel ejemplo de lo señalado en el párrafo anterior.
Ese país, de apenas un poco mas de 6 millones de habitantes, pasó de ser una economía pobre a una de las principales economías del mundo, donde sus habitantes tienen un nivel de vida muy alto.
Entre otras cosas, Singapur invirtió y sigue invirtiendo en mejorar la educación de su gente, invierte en el llamado “capital humano”, amen de incentivar la inversión extranjera.
Pero más allá de las acertadas medidas que se viene implementando desde finales de la década del 60, estamos hablando de un poco más de 50 años, está la ausencia total de la corrupción en la administración pública.
En la República Dominicana, tenemos casi 60 años de vida democrática, esto es a partir de la caída de la dictadura de Trujillo en 1961, pero obviando el régimen de Balaguer en los llamados 12 doce años, desde 1978 hasta la fecha, gozamos de estabilidad democrática, y gobernabilidad, es decir, 47 años ininterrumpidos con la oportunidad de alcanzar el desarrollo pleno de la sociedad dominicana en su conjunto.
Sin embargo, no hemos alcanzado lo que la sociedad merece.
Y desde mi punto de vista, todo se reduce a la rampante corrupción que siempre ha existido en nuestro país desde hace muchos años, y la pobre calidad del sistema educativo, que, si bien es cierto, que se está invirtiendo lo que estipula la ley en materia educativa, también es cierto, que el sistema todavía no logra formar ciudadanos críticos en torno a la realidad del mundo actual.
El gobierno que logre sacar de cuajo los actos de corrupción en la administración, y los que aparezcan los castigue severamente, ese gobierno, y ese presidente se llevará los mayores logros de toda nuestra historia.
No nos merecemos solamente un presidente honesto, que me parece que lo tenemos en la persona de Luis Abinader, nos merecemos que todos y cada uno de los funcionarios dígase ministros, directores generales, alcaldes, directores de distritos municipales, directores provinciales y regionales, todos sin excepción, sean honestos cabalmente.
Solo así, alcanzaremos el desarrollo y tener una mejor calidad de vida para todos, incluyendo a los que menos tienen.
EL AUTOR ES DIRECTOR DE CALLE56.COM