POR VINICIO CASTILLO SEMAN.- La coherencia en la vida y en la política es básica para la credibilidad de un hombre público y las luchas que ha escogido librar. El político que por supuestas coyunturas electorales cambia sus posiciones, pierde con razón el respeto de la población y se convierte en un truchimán, cuyo único objetivo es alcanzar el poder a cualquier precio.
A la Fuerza Nacional Progresista (FNP) y nuestra familia, que popular y cariñosamente nos dicen los Vinchos, nos ha caracterizado la coherencia y la firmeza en nuestras posiciones. Nuestro líder y guía político, Vincho Castillo, desde que fundó la FNP la denominó una fuerza de testimonio que nunca tuvo objetivos convencionales de masificación, sino de abrazar grandes y supremas causas nacionales, como la lucha contra las drogas en tiempos en que la sociedad no veía el inmenso peligro que le asechaba; la defensa de la soberanía nacional y los peligros sobre Haití, la lucha contra la corrupción, la defensa de la reforma agraria.
A lo largo de estas cuatro décadas la FNP ha cumplido cabalmente su rol histórico. Aunque no ha sido un partido mayoritario, sí ha influido decisivamente en la vida nacional y en todos los procesos electorales. ¿Por qué? Porque como dijo Don Juan Bosch al firmar la alianza con mi padre en 1993, refiriéndose a la FNP, “serán pequeños en número, pero grandes, muy grandes en la defensa de esta Patria”. La vigencia e importancia de la FNP y los Vinchos es el no venderse o claudicar en sus posiciones y luchas. Y lo probamos cuando nos fuimos del gobierno del Danilato en el 2015, por razones de principios. Hicimos lo que nadie o pocos han hecho: dejar ministerio, dirección general, despacho en Palacio, para defender nuestras convicciones. Hoy, ante la posible alianza de oposición, la coherencia de FNP y los Vinchos se ratifica. No pactamos con la mafia del Danilato, a la que combatimos con valor y echamos del poder hace menos de tres años. No participamos en pacto electoral para quitar ministerio público independiente y garantizar impunidad a ladrones que acabaron con esta nación. Y creemos que quienes después de combatir a esa mafia junto a nosotros claudiquen en sus posiciones, cosecharán el repudio de esta sociedad y sus ciudadanos conscientes.
En política, si se quiere ejercer con limpieza y dignidad, no todo se puede hacer. Hay límites éticos y de nación que respetar.
Reciclar políticamente al Danilato, hoy en banquillo por graves crímenes económicos, es traicionar al país y traicionar la coherencia de las posiciones y grandes luchas, cuyo recuerdo está muy fresco en la memoria del pueblo dominicano.