La cuarta fue la vencida para Urueta en la Lidom

A Luis Felipe Urueta le ha tocado romper corozos. Salir de una Colombia en la última década del siglo pasado con escasa referencia beisbolera pareciera que no le ha restado cuando se observa su meteórico desarrollo a nivel técnico que lo tiene en un dugout de Grandes Ligas desde 2017.

Entrenador de banca desde 2020 de los Diamondbacks, esa organización donde ha transcurrido toda su carrera desde que firmó como inicialista en 1998 y comenzó la de coach en 2007, el barranquillero de 41 años tenía una deuda pendiente por cumplir en la tierra donde tejió las relaciones que les han servido de infraestructura para llegar donde está.

“Nada más le voy a decir una cosa. Tengo tres meses aquí, mi familia no está aquí, pero ustedes son mi verdadera familia (retumba la sala en señal de aprobación)”, dijo Urueta a los jugadores de los Gigantes tras el equipo sellar su boleto a la final, un video que se viralizó.

“Oye, esta m… no termina aquí, ¡Esto no termina aquí! Todavía falta, todavía falta. Oye, tengo años en esta liga y voy a la final to’ los fucking años. ¡Quiero ganar esa m…! (retumba la sala en aplausos en señal de aprobación)”. Las lágrimas que derramó en la madrugada del lunes el sudamericano en el Tetelo Vargas reflejaban el sentimiento de un parto tortuoso.

Metódico, creyente en la sabermetría, pero que no renuncia a anotar con lapicero en papel cada turno, el Urueta que sale campeón con los Gigantes es un alumno más acabado de una liga con escasa paciencia para los entrenadores y donde los seis equipos siempre juegan a ganar el torneo.

Urueta sabe lo que es ir a la final y el amargo sabor que deja no descorchar, pero al frente del timón se le había escapado. Con el Licey era coach de banca cuando se estrenó en la Lidom en la zafra 2016-2017 y salió campeón, aquel torneo que arrancó Pata Kelly al frente y terminó Audo Vicente.

En la 2017-2018 el gerente general Junior Noboa, su padrino en béisbol desde firmarlo hasta recomendarlo en Arizona, le dio el puesto de dirigente de los felinos y llegaron hasta la final perdida ante las Águilas en un séptimo partido que pareció escaparse de las manos por unos lanzamientos extras que se le otorgó al abridor mexicano Rolando Valdez, un pecado atribuido a Urueta.

En la zafra 2019-2020, tras pasarse la anterior en la función de gerente general felino, llegó su segunda oportunidad. Al frente del conjunto comenzó el puertorriqueño Pedro López, pero en medio de una racha de cinco derrotas y con foja de 7-8 (empatado en segundo en el round robin) la directiva azul le dio el equipo a Urueta, quien completó el pase a la final donde cayó en ocho partidos frente a los Toros.

La cuarta tampoco fue la vencida. Se produjo en la campaña 2020-2021, la primera fuera de la sombrilla azul en la liga. Pipe llegó a un equipo que arrastraba dos torneos sin clasificarse, superó un fuerte rebote de COVID-19 para llegar a una final donde un positivo al virus gripal le impidió estar en el banquillo y vio por la televisión como sus potros desperdiciaron una ventaja 3-1 para sucumbir ante las Águilas.

Esta vez, pareció como si se tratara de corregir lo que falló en el pasado y los Gigantes dominaron la serie regular (23-17) finalizaron empatados en el round robin (10-6) y en la final solo tropezaron en un primer partido que requirió de 11 entradas.

Cuando llegó al equipo en la primavera de 2020 junto al gerente Jesús Mejía comenzó el diseño de un núcleo basado en poder, como si lo amigable al bateo del Julián Javier no fuera suficiente. Llegaron Juan Francisco y Wilín Rosario, para la campaña que acaba de terminar agregaron al versátil Jordany Valdespín (diezmado por lesiones) y sumaron al cubano Henry Urrutia. Con jugadores franquicia como Hanser Alberto, Kelvin Gutiérrez, José Sirí, Carlos Paulino, el veterano en el club Carlos Peguero y la llegada de Marcell Ozuna hicieron de esa ofensiva un terror en la liga. Ya en los playoffs era cuestión de mejorar el pitcheo, de ahí que en el sorteo de reingreso agotaran sus seis turnos en lanzadores, incluyendo arriesgarse con Enny Romero, a quien otros clubes lo dejaron pasar puesto que había la información de que solo iba dos salidas.

Un trabajo que desde este lunes pone en pausa la fase de celebración puesto el equipo comienza a dar forma de cara a la Serie del Caribe a jugarse en el estadio Quisqueya entre el 28 de enero y el tres de febrero.

NATHANAEL PEREZ NERO

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