POR DANILO CRUZ PICHARDO.- La historia social dominicana revela que nuestra población es conservadora, razón por la que el grueso de los gobiernos, durante todo el trayecto, ha sido de corte derechista. Son contadas las veces que hemos tenido administraciones liberales, con la agravante de que con la desaparición física de Bosch y de Peña ningún líder emergente educa ni orienta a sus conciudadanos.
Bosch ganó la contienda de 1962, pero fue bajo el lema de “borrón y cuenta nueva”. El temor a persecución llevó a sectores trujillistas a apoyar a un liberal, creador de conciencia como Bosch, que apenas duró siete meses en el poder por ofrecer libertades y no violar derechos humanos.
El verdadero heredero de Trujillo fue Balaguer, con el que todas las fuerzas oscuras se sentían a gusto. Y Balaguer endosó su apoyo al PLD, mediante la firma del Frente Patriótico, en 1996, lo que allanó el camino para que, con su desaparición física, en el año 2002, se produjera una mudanza masiva de reformistas hacia el PLD, convirtiéndose en la principal fuerza política del país durante muchos años.
Al dividirse el PLD esa fuerza se dispersó, razón principal de su derrota en 2020. Hoy se dan las condiciones para una reconciliación para el 2024 y retomarían el primer lugar desde el momento que se produzca la alianza.
Mientras más pronto se logra el impacto sería mayor, pero hay gente de la FP, presumiendo en “fruta fina”, que se tienen al menos a ciertos líderes del PLD, a pesar de que todos son la misma cosa.
La estrategia de Luis Abinader, de entregar el poder al empresariado y fuerzas oscuras, para quitarle ese espacio a Leonel y a Danilo, es un gran yerro. Lograría pocos adeptos, al tiempo que por “hacerse el gracioso” dejó a su gente fuera de Gobierno.
Construir una mayoría electoral le resulta difícil a Abinader, la que no tiene siquiera en su propio partido, por lo que ha tenido que apelar a convenciones de delegados.
Para lograr retener el poder había que fortalecer al PRM, con estructuras fuertes en todo el país, hacer un gobierno honesto (sin fideicomisos patrañosos) y persecución judicial contra todos los que hayan sustraído recursos públicos. La lucha contra la corrupción por el momento ha sido selectiva e insignificante.