POR MARGARITA CEDEÑO.- El título del presente artículo alude a una frase acuñada por la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, que en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, conmemoración en honor a nuestras Hermanas Mirabal, ha querido poner en relieve la persistencia de graves efectos de la violencia contra las mujeres y las niñas en América Latina y el Caribe.
En el 1977 se presentó y aprobó la primera Agenda Regional de Género durante la celebración de la Primera Conferencia Regional sobre la Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y Social, celebrada en La Habana, Cuba, una cita histórica en la cual ya se adelantaba una realidad insoslayable de la agenda por la equidad de género: el desarrollo económico de los pueblos no sería suficiente para la eliminación inmediata de la discriminación que sufren las mujeres.
La evidencia demuestra esa realidad. La República Dominicana ha experimentado un desarrollo económico extraordinario en los últimos 20 años, sin embargo, aún persisten los indicadores que dan cuenta de las barreras que muchas mujeres enfrentan, especialmente en lo relativo a la violencia.
Han pasado 43 años desde aquella cita por los derechos de la mujer y el mundo se está enfrentando a una pandemia sin precedentes, cuyos efectos los siente toda la población mundial pero, de manera más aguda, los sienten las mujeres, primero, por ser las más propensas a perder su empleo o a tener que desvincularse para encargarse de la economía de cuidados, segundo, por ser mayoría en la primera línea de batalla contra la pandemia, desde el sector salud y la enfermería, y tercero, porque el confinamiento obligatorio las expone a situaciones de violencia económica, psicológica y física dentro del hogar.
Esa es la “pandemia en la sombra” de la que habla Alicia Bárcena, al afirmar con base científica que toda la región latinoamericana enfrenta graves limitaciones para atender las necesarias reformas y continuar los programas que apuntan a la equidad de género.
Al igual que en 1977, sigue resultando urgente que la comunidad latinoamericana adopte medidas para aliviar la fuerte carga que lleva encima la mujer, planteando soluciones al sin fin de problemas políticos, sociales y económicos que le apremian, desde la Intersectorialidad.
Aunque una gran parte de las soluciones necesarias para alcanzar la equidad de género reposan en la esfera gubernamental, también hay una resposanbilidad compartida con el sector privado y con las organizaciones no gubernamentales. Es hora de promover un amplio conjunto de incentivos fiscales y apoyos gubernamentales enfocados en políticas de promoción de la equidad de género, una estrategia que ha sido exitosa en otros países.
Pero de igual manera, aunque a veces huelga decirlo, la participación activa de las mujeres en todas las esferas de los estamentos económicos, políticos y sociales, resulta fundamental para exigir que existan mecanismos y medios apropiados para el desarrollo socioeconómico de la mujer.
Las mujeres somos las más interesadas en enfrentar esta “pandemia en la sombra”, razón por la que debemos elevar nuestras voces y reclamar las medidas necesarias para la protección de los avances que hemos alcanzado desde el inicio de los movimientos feministas, a la vez que reclamamos los espacios que nos corresponden, pero que aún no tenemos y resultan urgentes para el desarrollo y progreso de nuestros países.