“Yo me siento netamente dominicano, aunque haya nacido en Nueva York. De hecho, me crié en uno de esos barrios pobres en los que vivían muchos dominicanos, allá, y me sentía como si estuviera en República Dominicana”. Así comienza Luis Alberto Rodríguez a responder a las preguntas que le hace LISTÍN DIARIO para contar su historia.
Fue bien difícil conseguir contacto con él. Este fotógrafo, que en agosto del pasado año se convirtió en el primer criollo en lograr tener una foto de su trabajo en la portada de la revista Vogue, anda de un lado para otro captando momentos, creando recuerdos y logrando lauros. Fue Marcela Sarmiento, presentadora del programa Despierta América, quien le habló a este medio de la historia de superación de Luis Alberto. Él estuvo en República Dominicana el pasado mes de marzo participando en el Design Week RD 2023. De inmediato se fue a Berlín porque su ruta de trabajo no se detiene.
Una vez se hizo el contacto con él, fue muy abierto y simpático de más. ¿Se te pueden mandar las preguntas? “No, por favor llámame, es más fácil para mí. No soy muy diestro escribiendo”. ¿Puede ser ahora? “Sí”, fue su respuesta y de inmediato se hizo la conexión. Al hablar con él, en muy buen español, pero con un acento que deja claro que lo habla mejor que lo escribe, el profesional del lente se mostró dispuesto a contar que ha llegado hasta aquí sin darse cuenta. “Lo mío siempre fue la danza”. Ella fue su refugio.
Con una seguridad que puede apreciarse en la distancia, Luis Alberto trae a colación que decidió incursionar en el baile porque desde pequeño le hacían ‘bullying’. “Se burlaban de mí porque era ‘gay’, y yo para no dejar que mis padres se dieran cuenta de que eso me afectaba, de que yo sufría por esa situación, preferí ponerme a bailar y me fue gustando y que duré mucho tiempo en eso hasta que por coincidencia de la vida, me topé con la fotografía”. Se ríe y procede a contar cómo llega a esa área que, aunque ligada al arte, está lejos de parecerse a la danza.
“NUNCA SOÑÉ CON SER FOTÓGRAFO, SE DIO COMO ALGO MÁGICO Y ESPIRITUAL”
A Luis Alberto siempre le gustó hacer fotos a temas que le llamaran la atención. Retrataba a sus compañeros de bailes en situaciones o poses que le despertaran interés, y también captaba momentos en la calle que le gustaran. “Después ni sabía qué hacer con las fotos”. Se ríe a carcajadas. Nunca imaginó que iba a vivir del oficio que hoy lo convierte en una figura del lente conocida en diversas partes del mundo.
“Te cuento que, en una ocasión que quería hacer otras cosas y lograr otros ingresos, le comenté a un amigo, que es muy crítico, que podía ayudarlo con el estilismo de lo que él hacía en el mundo de la moda, pero yo sabía absolutamente nada de eso”. Se lo goza hasta más no poder. Deja de reírse y prosigue: “Él me dijo que tenía futuro en el área de la fotografía, y me sorprendí porque no es muy dado a elogiar”. La carcajada era de esperarse.
Le tomó la palabra a su amigo y es entonces cuando comienza a hacer fotos a actividades de moda, a modelos y a todo lo que tenía que ver con esta industria. Estaba lejos de creer que podía llegar a lo que ha logrado retratando a figuras como Naomi Campbell y otras con las que nunca imaginó tener cercanía.
Eso sí, para él no ha importado el entrar a este mundo por coincidencia. “He puesto en marcha la entrega, la dedicación y la disciplina, porque eso es lo que hay que tener para lograr el éxito en todo lo que se haga en la vida”. Ahí está la clave de su superación.
“Pasé muchas necesidades. Cuando entré a la danza, mis padres no tenían dinero para comprarme lo que necesitaba para asistir a las clases. Eso me ponía mal y en mis pensamientos siempre estaba: ‘aquí no me quedo, yo tengo en algún momento de mi vida que lograr desarrollarme y avanzar. Ni el bullying que me hacían, ni las precariedades que pasé me estancaron”
Da gusto escuchar a Luis Alberto Rodríguez decir esto. Lo hace con propiedad y una risa que contagia. Llegar a convertirse en el primer fotógrafo criollo que logra exponer su trabajo en una portada de Vogue no le sube los humos a la cabeza. Su humildad se percibe hasta a través del teléfono. Lo único que él sabe es que hoy estás en una posición y al día siguiente encontrarte en otra muy distinta, ya sea para bien como para mal.
“Con más de 15 años en la danza entro al mundo de la fotografía sin imaginar jamás que me sucedería todo esto que está pasando, y que este trabajo me apasionaría. Son cosas mágicas, espirituales”. No se engrandece por lo logrado el profesional que ha vivido en New York, España, Alemania, Reino Unido y Suecia.
Terminada esta cita fue oportuno preguntarle que, ya que se siente tan dominicano y una persona a la que le gusta el baile, si sabe dar sus pasitos de merengue y bachata. “Yo bailo de todo, me encantan todos los ritmos, nuestro merengue, nuestra bachata… Eso sí, lo que más disfruto bailar es la salsa, me fascina”. Lo dice porque es un género musical que le permite exhibir sus dotes de bailarín.
Aunque Luis Alberto llegó a Europa a través de la danza, fue allí donde descubrió su talento en la fotografía. “Yo vine para acá a trabajar en animación, en baile, y no me fue mal, pero como te dije, necesitaba otros ingresos y fue entonces cuando lo que había en mi camino era ser fotógrafo. Nunca lo imaginé, pero disfruto al máximo este trabajo”. Eso se nota en la misma portada de la revista que lo ha puesto donde el capitán lo vea. Entra a Vogue
Cuando incursiona en la fotografía, fue haciendo “trabajitos”, y uno le ayudaba a conseguir el otro. “Te digo que me llamaban, y después me contaba otra persona y fui logrando una buena clientela”. Pero el gran salto de esta nueva carrera, lo dio cuando en plena pandemia, Luis Alberto empezó a trabajar para Vogue.
En el año 2020, ejecutivos del medio, se pusieron en contacto con él para hacerle una sesión fotográfica a la modelo Precious Lee, una de las más cotizadas en las pasarelas internacionales. Luego, otros trabajos surgieron hasta que hoy día es el primer criollo con una fotografía en la portada de esta revista. Con esto obtuvo dos grandes satisfacciones: lograr posicionarse en un medio mundialmente conocido, así como potencializar la diversidad. Este es su tema preferido.
Le hace feliz el hecho de que la moda haya roto con esos esquemas tradicionales de siempre abrir las puertas a las modelos de piel blanca. “Hoy no es así. De hecho, hay dominicanas de piel negra que están teniendo mucho éxito en el mundo de la moda y el modelaje y eso me encanta”. Se le nota la felicidad a través de una voz que pone en evidencia su emoción.
Pero no todo es color de rosa. En la reciente visita que hizo a República Dominicana este fotógrado “criollo”, nacido en Nueva York y que vive en Berlín, su experiencia no fue la mejor. “Vine a Design Week RD para hablar de diversidad, pero me encuentro con una actividad donde abunda la gente blanca, donde se percibe que falta mucho para lograr que esto sea una realidad en el país”. Eso lo entristece, pero no pierde la fe en que algún día sí se podrá evidenciar esa diversidad con la que sueña.
MARTA QUELIZ