Lula y Bolsonaro queman últimos cartuchos en víspera de elección presidencial en Brasil

Luiz Inácio Lula da Silva y Jair Bolsonaro queman sus últimos cartuchos este sábado en Sao Paulo, la mayor ciudad de Brasil, antes de medir sus fuerzas el domingo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales.

Al frente en los sondeos, el expresidente Lula, de 76 años, convocó a sus seguidores en la mañana para una marcha en la emblemática avenida Paulista, escenario de las grandes manifestaciones en la megalópolis.

A unos cinco kilómetros de ahí, y prácticamente al mismo momento, Bolsonaro, de 67 años, partirá a la cabeza de una comitiva en motocicleta que lo llevará a un mitin en el Parque Ibirapuera, pulmón verde de Sao Paulo.

El presidente de extrema derecha ha recorrido varias ciudades del país sobre dos ruedas con sus seguidores, incluso en Guaranhuns, en Pernambuco (noreste), donde Lula creció antes de mudarse con su familia a Sao Paulo escapando de la pobreza.

Pero su equipo de campaña espera una ruidosa demostración el sábado para dar un último impulso al excapitán del Ejército, que sea susceptible de evitar una derrota ante su rival como prevén los sondeos, incluso desde la primera vuelta.

Bolsonaro partirá después a Santa Catarina, en el sureste, para un último acto que ponga fin a mes y medio de campaña.

Los anuncios en radio y televisión están prohibidos desde el jueves, pero los eventos en persona y la distribución de material electoral serán permitidos hasta la noche del sábado.

La polarizada campaña ha generado un incremento de las medidas de seguridad: los candidatos llevan constantemente chalecos antibalas y los escenarios de los mitines son rodeados por barreras de seguridad para evitar que la multitud se acerque demasiado, cuatro años después de que Bolsonaro fuera acuchillado en plena calle durante la campaña.

– Últimas horas «tensas» –

El sábado también se espera la publicación del último sondeo del Instituto Datafolha, referencia en Brasil.

Esa encuestadora ubicó el jueves a Lula al frente con una amplia ventaja de 14 puntos sobre Bolsonaro, 48% a 34%.

Para obtener un tercer mandato desde el domingo, el expresidente (2003-2010) debe aunar al menos 50% de los votos válidos (sin nulos ni blancos).

En la encuesta del jueves, Lula aparecía justamente con 50% de esos votos. El margen de error es de más o menos dos puntos porcentuales, lo que crea incertidumbre sobre la posibilidad de un balotaje, previsto el 30 de octubre.

Anticipándose a un triunfo en la primera vuelta, su Partido de los Trabajadores obtuvo permiso para reunir a sus seguidores en la avenida Paulista la noche del domingo para celebrarlo.

Las últimas horas de campaña «serán muy tensas, todo el mundo observará los más mínimos detalles que podrían mover la aguja para un lado u otro», dice a la AFP Jairo Nicolau, politólogo de la Fundación Getulio Vargas.

– Temores tras el resultado –

Esa tensión fue palpable el jueves, en el último debate televisivo en la cadena TV Globo, la más vista del país.

Lula y Bolsonaro intercambiaron duros ataques personales, acusándose de mentirosos y corruptos.

El jefe de Estado tachó al exmandatario de «traidor a la patria». Lula le respondió: «El 2 de octubre, el pueblo te va a mandar a casa».

Pero el traspaso de poder podría presentarse difícil en caso de una victoria del candidato izquierdista, con 63 días hasta la investidura, el 1 de enero.

El viernes, Lula afirmó en una rueda de prensa temer que Bolsonaro intente «crear algún tumulto durante la transición».

La semana pasada, el jefe de Estado, que ha cuestionadao repetidamente sin pruebas el sistema de urnas electrónicas en Brasil, afirmó que sería «anormal» que no obtuviera al menos 60% de los votos en la primera vuelta.

Los 156 millones de electores brasileños también elegirán el domingo la Cámara Baja del Congreso, un tercio del Senado y los gobernadores y asambleas legislativas de los 27 estados.

Los centros electorales abren a las 08H00 y cierran a las 17H00 locales (11H00-20H00 GMT), y los resultados se esperan en la misma jornada.

Rodrigo ALMONACID y Ramón SAHMKOW

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