La actriz estadounidense Meryl Streep formalizó este viernes su ingreso en las páginas de oro de los Premios Princesa de Asturias, con una interpretación en el papel de vencedora del galardón de las Artes que hipnotizó al millar de asistentes a la entrega de los galardones en Oviedo (norte).
Acostumbrada al éxito por una carrera que la ha encumbrado como una leyenda cinematográfica, Streep, de 74 años, volvió a recorrer la alfombra de las estrellas.
Esta vez de color azul y no para recibir alguno de los tres óscar que atesora, sino el diploma de la Fundación Princesa de Asturias por el que se ha confesado «muy orgullosa».
«Como he representado a personajes extraordinarios, ahora me toman por una de ellas», bromeó la estrella de Hollywood al aludir a algunos de sus papeles inolvidables, como los de «Out of Africa», «The Bridges of Madison County» o «The Iron Lady».
Con la sencillez exhibida durante su estancia en Oviedo y sus gafas de pasta, Streep se mostró honrada de pasar a ser una más de «las voces de muchos héroes» del siglo XX y XXI que han sido reconocidos con los premios que concede la Fundación Princesa de Asturias.
La veterana actriz se une a otros iconos del cine como Woody Allen o Martin Scorsese y, en otros campos, a Nelson Mandela, Yaser Arafat e Isaac Rabin o los inventores de la vacuna contra la covid-19, premiados en otras ocasiones.
También a Haruki Murakami, si bien el introvertido escritor japonés rompió hoy la tradición de que el ganador de las Letras tome la palabra en la ceremonia.
Con los ojos cerrados, Murakami fue uno de los que sintió la pasión del discurso de Streep, en el que reivindicó «el don de la empatía» como antídoto ante un mundo «cada vez más hostil y volátil».
Tampoco perdió detalle de las palabras cautivadoras de Streep la princesa Leonor, otro de los focos de atracción de la que fue su quinta ceremonia en Oviedo a pocos días de cumplir 18 años.
El keniano Kipchoge, que cambió la camiseta de tirantes de maratoniano por el traje y la corbata, fue otro de los que subió al atril para agradecer el diploma.
«Correr es un vehículo que tiene el poder de unirnos. Un mundo que corre es un mundo feliz. Y un mundo feliz es un mundo en paz», sostuvo la leyenda keniano, de 38 años, a pesar de haber sido desposeído hace apenas dos semanas de su récord del mundo de maratón por su compatriota Kelvin Kiptum.
Por nivel de decibelios en las ovaciones del público destacó la recibida por los directivos de la Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Desatendidas (DNDi en sus siglas en inglés), distinguida con el galardón de Cooperación Internacional.
Con sus manos entrelazadas, sus cuatro directivos alzaron el diploma para seguir porfiando en su reto de desarrollar nuevos tratamientos para pacientes ‘olvidados’ de comunidades pobres y vulnerables.
La emoción de los premiados se redobló en el caso del profesor y escritor italiano Nuccio Ordine, premio de Comunicación y Humanidades, y de la historiadora francesa Hélène Carrère d’Encausse (Ciencias Sociales), fallecidos después de anunciarse su distinción.
Sus familiares les encarnaron en el escenario y en el caso de la académica francesa lo hizo su hijo, Emmanuel Carrère, Premio Princesa de las Letras hace dos años.
El Teatro Campoamor, donde tradicionalmente se celebra la ceremonia, colgó de nuevo el cartel de aforo completo. Fieles a la cita, asistieron la reina Sofía, madre del monarca, varios miembros del Gobierno, encabezados por la vicepresidenta primera en funciones, Nadia Calviño, así como la presidenta del Congreso, Francina Armengol, y el del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, entre otras autoridades.
EFE