Las tiendas emblemáticas de la Quinta Avenida están cerradas, las firmas de moda de Madison tienen todas colgadas el cartel de cerrado por coronavirus, la estación de Grand Central parece una catedral sin feligreses y nadie mira este lunes los titánicos carteles luminosos de Times Square después de que las autoridades decretaran el cierre de todo negocio no esencial desde la noche del domingo para tratar de contener al COVID-19.
Y no es para menos porque en el estado de Nueva York, epicentro de la pandemia en EE.UU., los casos de coronavirus han ascendido un 38 % hasta los 20.875, con 5.707 nuevos positivos este lunes, más de la mitad en la ciudad de Nueva York (3.260), y un total de fallecidos de 157.
Matthew es hoy el único camarero que en esta desapacible mañana atiende en la cafetería «Smood», que al igual que los restaurantes, no está obligada a cerrar aunque solo puede preparar comida o bebidas para llevar.
Se mueve detrás de la barra del establecimiento vacío para preparar dos ensaladas y dos sándwiches que un cliente ha encargado y que se pasará a recoger.
«Solo espero que esto se termine pronto», dice a Efe antes de explicar que su turno se ha reducido a solo un par de horas y que, por lo tanto, cobra menos.
Es uno de los pocos establecimientos que se mantienen abiertos en la céntrica calle de Lexington, que como el resto del centro de la ciudad de los rascacielos apenas es surcada por un puñado de coches y viandantes.
El estado de Nueva York decretó el viernes que únicamente los empleados de servicios esenciales pueden continuar acudiendo a sus puestos de trabajo y animó a potenciar el teletrabajo con el fin de reducir el ritmo de contagios del coronavirus.
«Solo los negocios esenciales funcionarán. La gente puede trabajar desde casa (…), pero solo los negocios esenciales pueden tener a trabajadores en sus puestos», explicó el gobernador Andrew Cuomo.
Apenas cinco personas suben al Ferry que parte a las 9.00 hora local (13.00 hora GMT) del barrio obrero de Astoria, en el popular distrito de Queens, en dirección a la habitualmente ajetreada Manhattan y al centro de las finanzas mundiales, Wall Street, que atraviesa su peor momento en muchos años.
Las líneas 7 y N de metro, que unen también Queens con la Gran manzana están casi vacíos, pero el transporte sigue funcionando, aunque a un ritmo más pausado.
«De momento, sigue habiendo trabajo», dice a Efe en español un fontanero que prefiere no identificarse, mientras aparca su vehículo entre las calles Sexta y la glamurosa Broadway, donde los musicales y las obras de teatro languidecen desde hace ya una semana, cuando se prohibieron las grandes concentraciones de personas para intentar detener la propagación del COVID-19.
En esta mañana fría, a cuatro grados de temperatura y con una lluvia fina que a veces cae en forma de aguanieve, Times Square parece un escenario de película.
Solo una veintena de personas pasea por una de las plazas más visitadas del mundo. Algunas cruzan la calle sin mirar porque apenas hay vehículos, para tomar fotos no a sus espectaculares anuncios luminosos, que siguen encendidos, sino el vacío, la falta de actividad que hoy caracteriza a Manhattan y a los otros grandes cuatro distritos de la ciudad.
La emblemática sede de la ONU, donde un enjambre de miles de personas se dan cita diariamente para discutir sobre las cuestiones más delicadas del planeta, hoy parece también abandonada, con la entrada principal clausurada y los mástiles de las banderas desnudos. Su jefe, António Guterres, pidió este lunes una tregua mundial desde una comparecencia telemática.
Todos los puestos de la estación de Grand Central tienen las persianas bajadas y en la sala principal, bajo la bóveda azulada donde se dibujan los signos del zodiaco, impera el silencio, que sustituye al frenético ajetreo de este nudo de comunicaciones inaugurado en febrero de 1913.
El gobernador Andrew Cuomo reconoció hoy que «el mayor problema de control de densidad de la población lo tiene la ciudad de Nueva York» y apuntó que, a pesar de la entrada en vigor de su plan para obligar al 75 % de los trabajadores a quedarse en casa, debe preparar un plan específico «que se centre en la gente joven y sus encuentros» para evitar que se contagien y transmitan el virus de manera «imprudente» y «contra el espíritu cívico».
A pesar de las llamadas a quedarse en casa, la lluvia y el frío, algunos neoyorquinos han salido hoy también a hacer deporte -está permitido- mientras algunos árboles, ajenos al coronavirus, muestran exuberantes las flores que anuncian la primavera.